martes, 19 de febrero de 2013

Capitulo Siete!





Hola chicas!! Como están??

A mi este febrero mas o menos. Las cosas se complican un poco y el ánimo anda flojito, solo esperando que esto pase pronto, o por lo menos de un respiro.

Pero como no hay ganas de deprimirse, dejemos los malos pensamientos afuera.
Agradecer todos y cada uno de sus comentarios. Siempre son increíbles chicas, gracias por todo.

Espero que disfruten del cap!
Se las quiere!!!

Gracias por leerme!! Besos, Vero!!

PD: Lina! Estoy curiosa por la trilogía que me comentaste. Ya me dirás alguna para leer. Estoy con el mono! Si necesitas mail o alguna cosa ya dirás. Abrazo!!



                               CAPITULO SIETE



 Aquella noche Peter llamó a su hijo justo cuando salía por la puerta trasera.
—Oscar, necesito hablar contigo. ¿Podrías venir al despacho, por favor?
—Papá, tengo que recoger a Eric. Vamos a una fiesta al centro, y ya voy tarde. ¿No puedes esperar a mañana?
Peter se quedó pensando un instante. Oscar acababa de ducharse y de afeitarse, y la excitación brillaba en sus ojos. Toda la semana había estado participando en actividades para la graduación, y al día siguiente, la ceremonia nocturna pondría fin a sus años de instituto. Faltaba solo un mes para que cumpliera dieciocho años. Hacía tiempo que no era un niño, pero a los ojos de Peter, tampoco era un hombre.
—Es cuestión de un minuto. Vamos.
Y Peter echó a andar en dirección al despacho, consciente de que Oscar, aunque de mala gana, le seguía.
Peter cerró la puerta y se sentó tras la mesa. Oscar se quedó de pie, ansioso por marcharse, pero su padre ignoró su impaciencia.
—Me gustaría que me dijeras qué es lo que te molesta. Sé que tiene algo que ver con el hecho de que Lali esté aquí, pero tiene que haber una razón para que su presencia te moleste.
Oscar miró a todas partes menos a su padre.
—Qué va, papá —se encogió de hombros—. ¿Por qué iba a importarme que esté aquí?
—Esa es precisamente mi pregunta. Incluso has sido un poco descortés con ella en la cena. Apenas has dicho dos palabras.
—Ella tampoco ha hablado demasiado.
—Cierto, pero es que ella tiene muchas cosas en la cabeza.
—Yo diría que no tiene nada.
Peter hizo una mueca de disgusto.
—Eso que acabas de decir es una crueldad, Oscar. Lali es una mujer inteligente con una pérdida de memoria. ¿Quieres decirme qué es exactamente lo que tanto te molesta de ella?
Oscar enrojeció.
—Pues que no tiene por qué estar aquí.
—¿Ojos que no ven, corazón que no siente? Oscar, viva donde viva, Lali va a ser siempre la conductora de esa furgoneta. Sé que no has superado lo del accidente, y es posible que a mí me pasara lo mismo. Puede que a cualquiera. Pero hijo, le salvaste la vida. Deberías estar orgulloso de ello, y no mostrarte resentido por que yo la esté ayudando a pasar por este trance que, por otro lado, tiene que ser muy duro para ella.
Oscar clavó la mirada en el suelo un momento y después murmuró:
—Te gusta. Y no solo porque creas que es tu deber ayudarla, sino porque te gusta. Lo sé.
—¿Y por eso no te gusta a ti? Oscar, mírame, por favor —a Peter le sorprendió la beligerancia en la mirada de su hijo—. No estás resentido con Lali, sino conmigo, y eso es un golpe muy duro para mí.
—Yo no estoy resentido con nadie —replicó, desafiante—. ¿Puedo irme ya?
Peter se sintió completamente desilusionado. Por primera vez, no era capaz de conectar con su hijo. Había cosas en la cabeza de Oscar de las que no podía o no quería hablar, y eso nunca había ocurrido antes, por lo que Peter no sabía cómo enfrentarse a ello.
—Sí —dijo—. Ya puedes irte.
Oscar salió como una exhalación, y su padre se quedó mirando la puerta con tristeza. Lo último que quería era que la relación que había tenido hasta el momento con su hijo se estropeara, y lo peor era que precisamente eso era lo que estaba ocurriendo y él no sabía qué hacer.
O sí. Quizás sí supiera lo que podía hacer: devolver a Lali a Missoula. Pero eso era algo que no podía hacer. Ni siquiera por Oscar.


Lali entró en la cocina al día siguiente por la tarde. Rosie estaba allí, preparando una cena especial para celebrar la graduación de Oscar.
—¿Puedo ayudarte en algo?
Rosie pareció complacerse con el ofrecimiento.
—¿Qué te parecería extender la nata sobre ese pastel? Es el favorito de Oscar, y querría extenderla en una capa lo más regular posible para poder decorarlo con unas palabras de felicitación.
—Sí, creo que sabré hacerlo.
Rosie era una buena cocinera y Lali se preguntó sobre sí misma. ¿Sería capaz de preparar una comida decente, o sería un desastre en la cocina? Bueno, cualquiera podía extender nata en un pastel, así que aceptó el cuchillo ancho que le ofrecía Rosie y empezó.
La nata se extendía con facilidad sobre el pastel, y Lali se sintió fascinada por el contraste de colores. Pero cuando el pastel estuvo completamente cubierto y se quedó mirando el rectángulo blanco, experimentó algo extraño que tenía que ver con el color. Ya antes se había dado cuenta de que los contrastes de colores le llamaban poderosamente la atención. ¿Qué habría en los colores que tanto la intrigaban?
—Ya está —le dijo a Rosie.
—Estupendo. Liso como un cristal.
—¿Qué quieres poner?
—¿Te gustaría decorarlo?
Rosie sacó de un armario una pequeña caja que contenía cuatro pequeños frascos de colorante alimentario: rojo, verde, azul y amarillo.
—Creo que sí —contestó, frunciendo el ceño—. Pero, ¿y si lo echo a perder?
—Cariño, no es necesario ser una artista para decorar un pastel con unas cuantas palabras. Aquí tienes un poco más de nata. Divídela en cuantos colores quieras utilizar y luego ponla en esta pequeña manga. Lo único que tienes que hacer es apretar. Ya verás qué fácil es.
Lo que más le interesó a Lali fue la parte de añadir color a la nata. Puso una cucharada en un pequeño cuenco y añadió una gota de rojo. Removió, y la nata adquirió una tonalidad rosa pálido. Una segunda gota, y obtuvo rosa intenso, y una tercera, un rojo suave.
La excitación le corrió por las venas. En otros cuencos, preparó azul, verde y amarillo, para después combinar el rojo y el azul y obtener lavanda, y a continuación naranja, mezclando rojo y amarillo.
—Qué maravilla —exclamó Rosie al ver el naranja y el lavanda—. ¿Cómo lo has hecho?
—Tenemos los colores primarios, Rosie: rojo, amarillo y azul. Rojo y amarillo hacen naranja, amarillo y azul, verde, y rojo y azul, púrpura. Esos son los colores binarios. Y con el blanco y el negro, puedes obtener todos los colores conocidos.
—¿Ah, sí? Pues blanco, tienes.
—Pero no negro, que es necesario para obtener tonalidades más intensas o más oscuras.
—Tienes que ser artista para saber tanto sobre colores —declaró Rosie.   Lali se echó a reír.
—O pintora de brocha gorda.
Rosie se rio también y dejó a Lali con la decoración del pastel. Pero Lali había descubierto algo importante sobre sí misma, y sintió haber dado un gran paso hacia delante.
El pastel quedó tan bonito que Rosie no dejaba de alabarlo.
Al parecer era una artista. Más tarde lo demostró haciendo algunos dibujos a lápiz, sorprendiéndose a sí misma con qué precisión era capaz de dibujar un árbol, un caballo o una escena del rancho.
Pero no había color en sus dibujos, y deseó poder utilizar alguna clase de acuarela o pasteles, pero no dijo nada al respecto porque no tenía dinero para comprarlo, y no iba a pedírselo a Peter. Ya se había gastado demasiado dinero en ella.
* * *
Aunque tanto Rosie como Peter la invitaron a asistir a la ceremonia de graduación de Oscar aquella noche, ella se negó dándoles las gracias. No estaba preparada para enfrentarse a un gran grupo de gente, y no había razón para obligarse a ello.
Peter pensaba de otro modo. No le gustaba dejarla sola en la casa y alejarse tanto del rancho. Oscar se había marchado antes, así que iban solo Rosie y él en la camioneta cuando le preguntó:
—¿Qué tal te parece que va Lali, Rosie?
—Bueno, es una joven muy reposada —contestó Rosie tras un momento de pensar—. Y muy agradable. Además, ya has visto lo que ha hecho con el pastel de Oscar. Es una artista, Peter. Me apostaría lo que no tengo a que lo es.
—La verdad es que el pastel estaba precioso.
—Deberías oírla hablar de colores, y verla mezclarlos. Estoy convencida de que ha tenido que ver con el arte. Esta tarde la he visto fuera con un cuaderno y un lápiz, y me ha parecido que estaba dibujando. No me lo ha enseñado, así que no puedo estar segura, pero ésa es mi impresión.
—Interesante —murmuró Peter. Si Lali había descubierto un talento para dibujar, ¿por qué no se lo habría mencionado? Podría ser una forma de encontrar el camino a su pasado, quizás el primer eslabón de una cadena que le ayudase a recordarlo todo.
La mezcla de emociones que experimentaba cada vez que pensaba en Lali le atrapó de inmediato. Deseaba que se recuperase, pero al mismo tiempo, no quería perderla, y albergaba la sospecha de que en cuanto recordase su vida anterior, volvería a ella. ¿Y no sería eso lo más lógico?
Lo que no podía era desear una pérdida de memoria permanente para Lali. Eso sería egoísta e imperdonable, y él no había sido nunca así. Era un dilema incómodo: desear que se restableciera, desear que siguiera en su vida y saber que ambos deseos eran incompatibles.
Suspiró suavemente, manteniendo los ojos en la carretera y solo entonces se dio cuenta de que Rosie hablaba de la noche que les esperaba. Iba a ser un momento muy importante para Oscar, y para él mismo también, y Rosie parecía más ilusionada que él. El sentimiento de culpa le obligó a apartar a Lali de sus pensamientos.
—Oscar lo tiene todo preparado para el viaje —dijo.
—Absolutamente todo —rio Rosie—. Lleva días con el equipaje hecho. El rancho no será el mismo sin Oscar.
—Son solo dos semanas pero no, no será el mismo.
Meses antes le había prometido unas vacaciones en el sur de California como regalo de graduación, y los padres de Eric habían hecho lo mismo. Oscar iba a dormir aquella noche en casa de los Schulze y al día siguiente se levantaría temprano para ir al aeropuerto. Habían alquilado una pequeña casa en la playa, y sus planes incluían turismo y días tumbados sobre la arena. En un principio, a Peter no le había preocupado lo más mínimo el hecho de que los dos amigos fuesen a estar lejos de casa, pero con la actitud que aquellos últimos días había tenido Oscar y su reserva, ya no se sentía tan cómodo con la idea.
Pero quizás lo único que le ocurría a su hijo era que estaba creciendo… creciendo y alejándose de su padre. Más tarde o más temprano tenía que ocurrir, ¿no? El problema es que Peter nunca había pensado que eso pudiera alterar su relación. Oscar siempre había hablado con él de todo: chicas, sexo, política, religión… cualquier cosa. Por eso se sentía tan desconcertado por su reserva respecto a Lali y al accidente.
Especialmente respecto a Lali. ¿Cómo podía no gustarle? ¿Y por qué le disgustaba tanto que estuviese en el rancho?
Peter se las arregló para mantener más o menos la conversación con Rosie, pero a sí mismo no podía engañarse. Ya nunca podría, durante el resto de su vida, quitarse a Lali del todo de la cabeza. Físicamente iba de camino a Hillman y al auditorio del instituto, pero su corazón se había quedado en el rancho con Lali.
¿Qué haría toda la noche, sola en aquella casa tan grande?


Lo que Lali estaba haciendo le sorprendía incluso a sí misma. Se había preguntado si podría dibujar caras, lo mismo que podía dibujar objetos inanimados, y el dibujo que hizo del rostro de Peter era tan exacto que la dejó atónita. Lo que más le sorprendía era que había sido capaz de captar su personalidad: su dulzura y su inteligencia se reflejaban en la mirada, y su sensualidad en las líneas de la boca.
Era buena… no una aficionada garabateando un papel, sino una verdadera artista, y aquella excitante conclusión le hizo preguntarse algunas cosas: ¿habría ido a Cougar Mountain para trabajar en aquel increíble escenario? ¿Llevaría materiales de pintura en la furgoneta? ¿Tendría reputación en el mundo del arte? ¿Se ganaría la vida con los pinceles? ¿Había alguna forma de averiguar todo aquello? Aun si se ponía en contacto con las galerías de arte de Montana, ¿averiguaría algo cuando ni siquiera estaba segura de llamarse Lali?
Tras pensar en todo aquello durante un buen rato, recogió sus dibujos, se los llevó a la habitación y se metió en la cama. Sin Peter en el rancho, sentía su aislamiento y su silencio. Sin Peter, se sentía perdida y sola. Era su unión con la vida, su fuerza, y ella lo quería.
Pero, ¿y si estaba casada y enamorada de su marido?
Tardó un rato, pero al final se quedó dormida.
* * *
Peter y Rosie entraron en la casa sin hacer ruido para no despertar a Lali.
—Buenas noches —susurró Rosie, dejando a Peter al pie de la escalera.
—Buenas noches, Rosie.
Peter subió despacio las escaleras. La preocupación por Lali y Oscar le pesaba mucho, y sospechaba que le iba a costar quedarse dormido. Pero era tarde, estaba cansado y no podía hacer otra cosa.
Tras una hora de dar vueltas y más vueltas, se levantó, se metió de mal humor los pantalones que había dejado sobre la silla y bajó a la cocina para prepararse una taza de cacao. Quizás le ayudase a conciliar el sueño.
Se preparó un buen tazón con la intención de tomárselo en su despacho, y estaba casi allí cuando oyó algo que le obligó a detenerse. ¡Sollozos, gemidos y otros sonidos inquietantes venían de la habitación de Lali! Dejó el tazón en la mesa del recibidor, corrió a su puerta y la abrió.
La habitación estaba a oscuras, pero había bastante luz en el recibidor para ver a Lali revolviéndose en la cama, obviamente con una pesadilla. Peter cerró la puerta, se acercó a la cama y la abrazó.
—Es solo un mal sueño, cariño —le dijo, intentando calmarla—. Solo una pesadilla.
—¿Peter? Gracias a Dios… —Lali lo abrazó—. Era horrible… estaba en una habitación a oscuras… y había arañas, muchísimas arañas… —se estremeció y le abrazó con fuerza—. Menos mal que estás aquí.
—Siempre voy a estar a tu lado, Lali. Mientras me necesites —añadió, porque ninguno sabía cuál iba a ser la duración de su relación.
—Puede… puede que te necesite siempre —dijo en voz tan baja que él apenas la oyó.
El corazón dejó de latirle por un segundo. ¿Habría recordado algo por lo que pudiera saber que no iban a separarse? Pero mientras sopesaba esa posibilidad, otras cosas estaban anulando su capacidad de razonar. Sierra estaba en sus brazos, abrazada a él y diciéndole que le necesitaba. Sentía el tejido sedoso de su camisón y el calor de su cuerpo. Su deseo por ella se hizo de pronto incontrolable y tomando su cara entre las manos, la besó en la boca.
Lali sabía que no debía hacerlo, pero no podía detenerse. Se tumbó sobre la cama y tiró de él mientras lo besaba enfebrecida. La sangre de Peter se le disparó por las venas. Lali deseaba algo más que besos, más que sentirse segura. ¡Lo deseaba a él!
Se deshizo de los pantalones y se metió bajo las sábanas con ella, y tras bajar una de las hombreras del camisón, fue besándola por el cuello, el hombro el inicio de su pecho. Las manos de Lali sobre su cuerpo, acariciando, explorando, destruyeron los últimos vestigios de sentido común, y le bajó el camisón más allá de los senos, aunque fue Lali quien acabó el trabajo quitándoselo del todo. Tan lleno de emoción estaba que creyó ver estrellas, tomó sus pechos con ambas manos y uniéndolos en el centro, hundió la cara en ellos para inhalar su perfume, para ahogarse en la suavidad de su carne.
«Te adoro. Te quiero más que a la vida misma».
No dijo nada, y ella tampoco. Solo gimió suavemente cuando lamió sus pezones y se retorció sobre la cama cuando la acarició íntimamente. Parecían no poder acariciarse y besarse lo suficiente, y su necesidad creció con los minutos.
—Peter… —susurró ella al fin—. Peter…
Era el ruego que había estado esperando oír, y no perdió tiempo para ponerse sobre ella. La penetró con suavidad la primera vez, pero después ambos se desbocaron, y para que Rosie no les oyera, Lali se tapó la boca con una mano, aunque lo que de verdad deseaba era poder dar rienda suelta a todo lo que sentía. Estaba ardiendo, a punto de llegar a ese momento mágico del clímax, y no era fácil expresar el éxtasis en susurros.
Peter también se esforzaba por no hacer ruido. No podía evitar que la cama sonase, pero sí podía controlarse para no gemir. Tanto placer. Un placer tan increíble… en toda su vida había estado más excitado que estando con Lali.
Casi en el punto álgido, Lali tiró de Peter para besarlo con fuerza, de modo que no pudiera gritar cuando ocurriese. Sin embargo, cuando llegó, cuando todo empezó a dar vueltas, cuando el placer se derritió, los dos consiguieron que sus gemidos no pasaran de sus gargantas.
Peter, agotado, se dejó caer sobre Lali, y ella se quedó con los ojos cerrados durante un buen rato, abrazándolo, amándolo, reviviendo en su imaginación aquellos últimos diez minutos, y su pensamiento más claro fue que no importaba lo que llegase a saber de su pasado: jamás se sentiría culpable por lo que había hecho aquella noche con Peter.
Él por fin se movió para besarla con suma ternura.
—¿Estás bien? —susurró.
—No tienes por qué preocuparte. Sabía exactamente lo que estaba haciendo. ¿Y a ti? ¿Te preocupa?
—No pienso dejar que me preocupe, porque no importa lo que pase, Peter. Nunca lamentaré lo que ha ocurrido esta noche —una lágrima partió de sus ojos y se deslizó por la sien. Menos mal que estaba demasiado oscuro para que él pudiera verla—. Y si tú lamentas que hayamos hecho el amor, me romperás el corazón.
—Lali, hay tantas cosas que me gustaría decirte…
—Lo sé —contestó ella casi con un sollozo—. Quizás algún día.
Peter suspiró y se tumbó a un lado para mantenerla abrazada hasta que se durmió. Entonces, con sumo cuidado de no despertarla, se levantó, volvió a ponerse los pantalones y salió de la habitación.

7 comentarios:

  1. volviii con nuevo blog y nueva novee! pasense http://takemeawaylaliter.blogspot.com/

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  2. Amor!!!! Increible el cap! me encanto!!!!
    Quiero mas!!!
    Te amo hermanita!

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  3. Me encanto el cap!Super divinos ambos!
    Cdo puedas si queres pasame mail por MD en twiter y te paso las noves!

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  4. Wooww increíble CAP muy profundo me encanto q lindo q lali haya descubierto q es artista y con peter fue un momento muy lindo a ver q pasa Cuando amanezca quiero más

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  5. La memoria es increible.Aunque no li recuerde me parece k Lali siente k esta bien expresar lo k siente x eso no se arrepiente.

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