viernes, 24 de agosto de 2012

Capitulo Cinco!





Chicas!!! Perdón por subir tan tarde.....se me complicó bastante, pero no quería dejarlas sin cap les subo rapidito antes de irme a dormir. Gracias por sus comentarios como siempre!! Espero que les guste! Disfrútenlo!! Me despido ya que estoy cansadisima. No prometo seguro subir el finde, igual haré todo lo posible. Que tengan un buen fin de semana!!
Gracias por leerme!! Besos, Vero!!



                              CAPITULO CINCO




Momentos después, mientras paseaban en aquella tarde de verano, Lali se preguntó si realmente dar un paseo sería seguro para su corazón. Las altas temperaturas del día habían bajado al acercarse la noche, y el silencio del desierto los rodeaba. El sendero que recorrían era lo suficientemente amplio como para que los dos caminaran sin tocarse pero, cada vez que había una subida de piedras, Peter apoyaba la mano en su espalda para ayudarla. El atractivo del entorno no conseguía eclipsar la fuerza seductora del hombre que la acompañaba. Peter y el paisaje juntos formaban una mezcla explosiva, y ella sintió como si se hubiera tomado un afrodisíaco y estuviera a punto de perder el control.
—He estado tratando de decidir hoy qué pensar sobre ti —comentó ella.
—¿Por qué?
—Por llevarte tú solo a los dos niños todo el día.
—Lo he disfrutado mucho —aseguró Peter, tras suspirar—. Me recuerdan a Agustin y a mí de niños. Nos lo pasábamos muy bien en el rancho. Hasta que crecimos y mi padre nos puso a trabajar.
—¿Te llevabas bien con tu padre? —inquirió ella.
—¿Por qué lo preguntas? ¿Crees que era un hombre malo? Mucha gente lo cree.
La pregunta tomó a Lali por sorpresa y detuvo sus pasos.
—Yo, no… No creo que fuera un hombre malo. De haberlo sido, no podría haber criado a cuatro buenas personas como vosotros.
—Supongo. Lo que quería decir era que Francisco no era famoso por ser demasiado amable o delicado. Aunque imagino que nunca hubiera podido levantar este rancho si no hubiera sido un hombre duro —afirmó Peter, y su gesto se tornó sombrío—. Francisco pisó a mucha gente a lo largo de los años. No puedo negarlo. Pero, como padre, nos amaba. Hasta el punto de ser un poco obsesivo. Quería guiarnos todo el tiempo y que siguiéramos sus pasos. Por eso… me consideraba la oveja negra, porque no me quedé aquí para seguir sus deseos.
Cuanto más hablaba Peter, más sorprendida se sentía Lali.
—Oveja negra. Ésa no es una forma adecuada de definirte —señaló ella con las cejas levantadas.
—Mi padre pensó que, al irme, era un desertor.
—Pero… querías hacer algo diferente, por ti mismo. Tenías derecho a elegir tu propio camino. No hay nada de malo en eso —observó Lali.
—No. Pero tengo que vivir con el hecho de que decepcioné a mi padre. No es cosa fácil.
Peter posó la mano en la cintura de Lali para indicarle que siguiera caminando. Ella se sintió poseída por una corriente eléctrica, incapaz de concentrarse en nada que no fuera él.
—Supongo que, al ser pobre, las cosas fueron más sencillas para mí —señaló ella y, con sonrisa burlona, añadió—: Suena extraño, ¿verdad? Sobre todo teniendo en cuenta que mi vida no ha sido nada fácil. No es un secreto que no teníamos mucho dinero en mi infancia. Y, que yo sepa, mi padre nunca fue muy ambicioso. Solo quería que me casara y tuviera hijos. Creo que fue un alivio para él que me casara con Carlos y me fuera a vivir a Colorado. Aunque aquello fracasó en seguida. Supongo que en lo único que no he fallado es en Eric. Es un buen chico.
—Es un chico estupendo, Lali. Un hombre no podría esperar más de un hijo.
El cumplido de Peter la complació en lo más íntimo.
—Me gustaría mucho poderle ofrecer más. Por eso tengo dos trabajos. Quiero asegurarme de que tenga dinero para ir a la universidad y llegar a ser alguien —añadió Lali.
Peter pensó en lo duro que era el trabajo de camarera en el restaurante y en lo mucho que su perezoso padre esperaba de ella. Sin duda, era una mujer muy ocupada.
—¿Y el padre? ¿No te pasa una pensión por el niño? Podrías guardar una parte para pagar sus estudios universitarios.
—Carlos nunca ha dado un céntimo para mantener al niño —afirmó Lali, y detuvo sus pasos de nuevo—. Ni siquiera sé dónde está.
Peter se sintió furioso, y pensó que, al margen de lo que hubiera pasado entre Lali y su marido, no había derecho a que Eric sufriera por ello.
—Yo podría encontrarlo. Si tú quieres. Si quieres que lo encontremos para hacerle pagar.
Lali se sintió emocionada ante aquel ofrecimiento tan personal. Peter tenía la autoridad y los contactos necesarios para encontrar a Carlos y poner sobre él el peso de la ley.
—Gracias, Peter. Para ser sincera, es un alivio no tener que tratar con él. Y, ya que no nos mantenía cuando estábamos casados, no creo que lo haga ahora.
—Hay leyes que te protegen, ya lo sabes. Podrían meterlo en la cárcel por eso.
—Solo quiero olvidarlo —aseguró Lali, con una mueca—. No quiero vengarme. Además, yo tuve la culpa por casarme con él.
—¿Por qué lo hiciste?
«Porque no pude tenerte a ti», pensó ella. Y tuvo que controlarse para no decirlo en voz alta. ¿Tan enamorada había estado de Peter?, se preguntó, y tuvo que admitir que sí.
Al mirar a su alrededor, Lali divisó una roca grande en la que podían sentarse. Se acercó y se sentó, esperando a que él la siguiera.
—Me casé por las razones habituales —explicó Lali cuando Peter se hubo sentado a su lado—. Creí estar enamorada de Carlos.
—¿Creíste? ¿No lo sabías? —inquirió Peter, mirándola con intensidad.
Lali suspiró con frustración. Su matrimonio fracasado no era uno de sus temas favoritos.
—Era joven. Y creo que me pudo el deseo de tener un esposo y una casa propia. Cuando Carlos me lo pidió, me sentí tan… agradecida. Y, sí, me enamoré de él. Al principio se portaba bien conmigo. Pero enseguida comenzó a resentirse ante la responsabilidad de estar casado. Era un soñador, y creyó que tener una esposa no le daría libertad.
—¿Por qué? ¿Cómo le impedías realizar sus sueños? —preguntó Peter con el ceño fruncido.
—Quería que trabajara. Que nos ayudara a traer dinero a casa.
—Vaya. Parece que le pedías demasiado —se burló él.
—Carlos quería viajar por todo Estados Unidos. Quería escribir una novela. Durante un tiempo, estuvo viajando con el dinero que le enviaban sus padres —explicó ella, y suspiró.
—¿Fuiste con él?
—No. No me invitó. Además, alguien tenía que quedarse en casa y pagar las facturas. Un día, el dinero de sus padres se terminó, y se vio obligado a quedarse en casa. Entonces, decidió que iba a inventar algún aparato que lo fuera a hacer rico —dijo Lali, y miró a Peter, buscando comprensión en sus ojos—. ¿Sabes? Al contarte esto en voz alta me siento como si hubiera sido una idiota por ponerme en esa situación. Pero era joven, y no quería que se rompiera mi matrimonio. Sobre todo, después de que Eric naciera. Aunque me di cuenta de que Carlos no podía ser bueno para Eric ni para nadie. Era demasiado egocéntrico.
Peter se percató de que Lali aún se culpaba a sí misma por haberse equivocado. Sin duda, ella creía que no era capaz de elegir un marido mejor o que no merecía que ningún hombre la amara.
Deseando ofrecerle su consuelo, Peter la tomó de la mano.
—Todo el mundo comete errores, Lali. No podías saber que Carlos iba a cambiar así.
—Pero debí haber sido más cauta. No debí haberme lanzado a vivir con un hombre al que solo conocía desde hacía unos meses.
—Yo también me he equivocado al juzgar a las personas en muchas ocasiones —aseguró él con una sonrisa—. A pesar de que me han entrenado para entrever la personalidad de la gente. En uno de mis primeros casos, mi compañero sospechaba que un hombre joven estaba conectado a un delito de estafa. Yo me resistía a creerlo. No me parecía un criminal. Más tarde, descubrimos que sí lo era, y me sentí como un tonto por haber sido engañado.
—Al menos no te casaste con la persona equivocada —señaló ella.
—No. Pero casi me caso —afirmó él—. Y hubiera cometido un gran error. Ella no estaba dispuesta a compartirme con los Rangers y, por suerte, me di cuenta antes de que nos casáramos.
—¿Entonces has estado enamorado? —murmuró ella.
Peter notó que su cuerpo subía de temperatura, y no supo si era por hablar de un tema tan íntimo o por estar tan cerca de Lali.
—Creo que me pasó como a ti. Mis compañeros de trabajo estaban todos casados y con niños. Pensé que era hora de formar una familia. Andrea era una mujer inteligente y trabajadora. Pero tuve que enfrentarme al hecho de que no sería una buena esposa de Ranger. Y, después, me di cuenta de que nunca había estado enamorado de ella. Solo me había dejado llevar.
Lali lo observó al mismo tiempo que se le ocurrían miles de preguntas sobre su vida.
—¿Cómo tiene que ser la esposa de un Ranger?
Con gesto tímido, Peter bajó la cabeza, jugando con sus botas en la tierra.
—Bueno, un Ranger puede tener que trabajar en cualquier momento. Si eso ocurre, cumpleaños, fiestas y ocasiones especiales tienen que ser dejadas de lado. Además, puede que tenga que desaparecer durante días dejando a su mujer sola con la casa y los niños. Sin contar con el peligro que conlleva su trabajo, y su esposa tiene que saber convivir con ello. Tiene que ser una mujer valiente y comprensiva, con mucha paciencia. También debe ser generosa.
—Parece que necesitas una mujer muy especial —murmuró ella.
—Esa es la razón por la que no estoy casado.
En otras palabras, nunca había conocido a una mujer que pudiera satisfacer sus exigentes requisitos. Lali no podía culparle por ser tan escrupuloso. Si ella lo hubiera sido a la hora de elegir marido, tal vez no sería una madre soltera. Pero ¿quedaba espacio para el amor con tanta rigidez? No era tan sencillo como encontrar a la persona perfecta y obligarse a enamorarse de ella. Las cosas no funcionaban así.
—Muchas cosas han sucedido en nuestras vidas desde los días de instituto —comentó Lali.
—Han pasado casi veinte años —señaló Peter, y acarició con su pulgar la mano de Lali. Con voz más baja y ronca, añadió—: Pero yo nunca pude olvidarte, Lali.
Lali tragó saliva mientras sentía la proximidad del cuerpo de él y el calor de su contacto, haciéndole temblar de deseo en su interior.
—No me lo puedo creer, Peter. Tenías muchos amigos en el instituto. Sobre todo, chicas. Solía escucharlas discutir sobre quién era mejor, si Agustin o tú.
—¿Y quién ganó? ¿Agustin o yo?
Lali rio al recordar aquellos días de juventud, sin preocupaciones.
—Normalmente, te elegían a ti como el mejor, porque eras mayor y más maduro.
—No se lo digas a Agustin. Su ego se resentiría —observó Peter con una risita y, con expresión más seria, añadió—: Me gustaría preguntarte algo, Lali.
—¿Sobre qué? —preguntó ella en tono defensivo.
—Sobre ti y sobre mí. En aquellos días.
El corazón de Lali comenzó a galopar mientras todo tipo de pensamientos se agolpaban en su cabeza. ¿Acaso él lo sabía? ¿Habría adivinado lo mucho que le gustaba? No. No era posible. Ella nunca le había contado a nadie lo que sentía por Peter Lanzani.
—¿Qué pasa contigo y conmigo? —inquirió ella.
—Bueno. Para mí, eras una amiga. Cuando hablábamos en los pasillos, siempre eras amable conmigo. Pero yo… —comenzó a decir Peter, se rio y apretó la mano de ella—. Supongo que esto es tonto. No tiene sentido que hable de ello después de tanto tiempo. Pero siento curiosidad.
—Yo sí que siento curiosidad.
—De acuerdo. Pero prométeme que no te reirás —dijo Peter, con una sonrisa sensual que la desarmó.
—No te preocupes. No me río con facilidad.
Peter la observó y se dio cuenta de que nunca la había escuchado reír a carcajadas. ¿Cuándo se había vuelto tan seria?, se preguntó. ¿O era que siempre lo había sido y él no se había percatado?
—Bien. Solo quería saber si… Bueno, si te hubiera pedido salir por aquel entonces, ¿me habrías rechazado?
—Yo… eh… —balbuceó ella, y lo miró, obligándose a sonreír para quitarle importancia—. ¿No te da vergüenza hacer ese tipo de preguntas?
—Ya te dije que igual te daban ganas de reír.
Lali deseó poder tratar el asunto con ligereza y reír como si hubiera sido una broma. Pero no pudo, al ver la forma solemne en que él la observaba.
—No me río. Solo es que no sé cómo responderte. Ni entiendo por qué lo quieres saber.
Peter se levantó junto a ella, y Lali sintió que le temblaban las rodillas. Su aroma masculino se mezcló con el olor a sándalo y hierba del camino.
—Porque siempre me lo he preguntado.
—Si me lo hubieras pedido entonces… lo más seguro es que te hubiera rechazado —afirmó ella, tras lanzarle una mirada que inconscientemente era provocativa.
En lugar de mostrarse contrariado, Peter asintió con la cabeza.
—Es lo que pensaba. Siempre me enviaste señales silenciosas para que guardara las distancias.
Ella bajó la cabeza para ocultar el color que se le había subido a las mejillas.
—¿Por qué, Lali?
—¿Quieres decir por qué te habría rechazado? —preguntó ella, levantando la mirada.
Él asintió.
—Me estás poniendo en una situación embarazosa —murmuró Lali—. ¿Es necesario que hablemos de esto?
—Pensé que éramos… No es que fuéramos grandes amigos, pero éramos conocidos y nos caíamos bien por aquel entonces —explicó él con suavidad—. Creía que yo te gustaba. Sin embargo, de alguna manera sabía que no querrías salir conmigo. Es algo difícil de comprender para un adolescente. Incluso hoy me resulta confuso.
—No es que no me gustaras lo suficiente, Peter. Éramos tan diferentes. Solo nos hubiera traído problemas.
—¿Problemas? ¿Qué tipo de problemas? —inquirió él con el ceño fruncido.
—Yo era una Esposito —replicó ella, levantando la cabeza con valor—. ¿De veras crees que tu padre hubiera aprobado y permitido que salieras con una chica como yo?
Peter pareció sorprendido, como si aquel pensamiento nunca hubiera cruzado por su cabeza.
—¿Qué quieres decir con una chica como tú? Eras una señorita hermosa e inteligente.
—Sí. Pero era pobre. Y tu padre…
—Mi padre y Juan eran amigos. Francisco no discriminaba a la gente que tenía menos dinero.
—Ser amigo de mi padre era una cosa. Pero dejar salir a su hijo con la hija de un Esposito hubiera sido diferente.
—¿Nunca te paraste a considerar que yo podía pensar por mí mismo? —preguntó él con el ceño fruncido—. Mi padre no elegía a mis amigos. Consiguió apartar a Pablo de Rocio. Solo por un tiempo. Y, en cuanto a Agustin, cambiaba de novia como de zapatos… Nunca creí que me mantuvieras alejado por esta razón, Lali. Si entonces lo hubiera sabido… Bueno, es agua pasada. Francisco está muerto, y yo soy mayorcito. No hay razón para que me rechaces ahora.
—¿Estás… estás pidiéndome salir? —preguntó Lali con los ojos como platos.
—¿Por qué no? Me hubiera gustado conocerte mejor cuando éramos adolescentes. Y todavía quiero hacerlo —afirmó él, acariciándole el brazo.
—Peter —dijo Lali, y se giró para darle la espalda—. No sé qué decir.
Peter acercó su cara a la de ella, y Lali sintió que, de nuevo, sus rodillas flaqueaban.
—Puedo decirte lo que quiero que me digas. Dime que te alegras de que esté aquí durante tres semanas más. Y que también a ti te gustaría conocerme mejor —susurró él.
Lali se sintió embrujada por el contacto de su mano y por el ronco sonido de su voz. Tuvo que abofetearse mentalmente para despertar del encantamiento.
—Yo… Sería estúpido comenzar algo. Te irás enseguida —señaló ella y, de pronto, un pensamiento la atravesó—. Peter, ¿te llevaste a Eric de paseo hoy porque querías acercarte a mí?
La pregunta parecía ridícula, pensó Lali. Peter podía tener a cualquier mujer que quisiera. No necesitaba jugar a jueguecitos para salir con una divorciada. Aun así, no podía dejar de dudar de sus motivos.
—Simularé que no he oído nada —dijo él, en un tono de voz suave pero cortante.
Tal vez Peter se sentía herido o insultado por su pregunta, pero Lali no podía evitarlo. Después de todo lo que había pasado con Carlos, sospechaba de todos los hombres.
—Siento si he sido grosera —se disculpó, mientras el corazón la latía a mil por hora—. Pero me cuesta creer que puedas estar interesado en mí o en Eric.
—¿Por qué?
—Porque eres Peter Lanzani. Eres rico y eres Ranger de Texas. ¿Necesitas que siga?
—No puedo creer que tengas una opinión tan pobre de ti misma. Y de tu hijo.
—No la tengo…
—Tu hijo es un niño maravilloso. Y tú eres una mujer muy atractiva. Ser un Lanzani, un Ranger o tener dinero no me hace ser ciego o un snob —afirmó él de forma brusca.
Frustrada, Lali cerró los ojos y se preguntó cómo había podido la conversación llegar hasta ese punto.
—No he dicho que seas un snob —murmuró ella.
Peter tomó su rostro entre las manos.
—Lali, estás temblando como una hoja. ¿Por qué tienes miedo de mí? Yo nunca te lastimaría.
Claro que sí, pensó ella. Le enseñaría un pedazo de cielo y luego la dejaría sin ello, cuando regresara a Texas.
—No tengo miedo… Pero no entiendo qué quieres de mí.
—Yo tampoco. Solo sé que he querido hacer esto desde el momento en que te vi parada en el porche de la casa de tu padre.
Lali abrió la boca para decir algo, pero él no se lo permitió. Inclinó la cabeza y la besó.
Petrificada, Lali no reaccionó mientras Peter la besaba con suavidad en los labios, en la barbilla y en la punta de la nariz. Cuando volvió a besarla en los labios, ella se sintió poseída por el fuego del deseo, toda su pasión dormida había estallado como un volcán.
Antes de darse cuenta de lo que hacía, estaba de puntillas, devolviéndole su beso. No pudo evitar soltar un gemido mientras rodeaba su cuello con los brazos, pegándose a él.
Peter solo había querido besarla una vez. Solo había pretendido probar sus labios con suavidad, hacerle saber que la deseaba. Pero no había contado con que Lali sabía como el vino dulce. Y él no podía detenerse. No quería hacerlo.
Lali sintió como si nunca la hubieran besado antes. No de aquella forma. El mundo entero daba vueltas a su alrededor, y el suelo se movía bajo sus pies.
De pronto, un agudo llanto sonó a lo lejos. Fue un sonido salvaje, suficiente para romper el hechizo y hacer que sus bocas se separaran.
Con la piel de gallina, tiritando, Lali miró a la oscuridad que los rodeaba.
—¿Ha sido un coyote? —murmuró ella.
Antes de que Peter pudiera responder, el aullido del animal volvió a repetirse. Sin pensarlo, Lali se apretó contra él.
—Sí. No te asustes. Solo está llamando a su pareja —susurró Peter.
—Te lo has inventado. Seguro que aúlla porque tiene hambre —se burló ella.
—Escucha y lo oirás por ti misma.
Lali se quedó quieta, en espera de escuchar otro aullido en respuesta, con el corazón latiéndole a toda velocidad. En cuestión de segundos, desde el otro lado de la meseta, un tremendo aullido sonó como respuesta. Era un sonido tan solitario y necesitado, que los ojos de Lali se llenaron de lágrimas. Deprisa, se las secó para que él no se diera cuenta.
—¿Lo ves? —dijo Peter, posando la mano en su hombro—. Una vez que un coyote se empareja, es para toda la vida. Se ocupan juntos de alimentar a su cría. Y nunca se separan demasiado.
Lali cerró los ojos mientras Peter la acariciaba con la punta de los dedos. Nunca había deseado a ningún hombre como a él.
—He oído que si uno de los dos muere, el que sobrevive escoge otra pareja y comienza de nuevo —comentó ella, tras aclararse la garganta—. Como si se diera una segunda oportunidad.
—Sí. Todos merecen una segunda oportunidad para ser felices, Lali. Incluso tú.
—Es mejor que nos vayamos. Ha oscurecido y Eric nos estará buscando —indicó ella, queriendo cambiar de tema.
—¿Y qué me dices sobre vernos de nuevo? —preguntó él con suavidad.
—Tendré que… tendré que pensarlo —contestó Lali y, antes de que Peter pudiera decir nada, se zafó de su contacto y se dirigió al sendero.


4 comentarios:

  1. Q lindo beso!!!! Me encanta, esperemos que lali se decida a ir con el! más1

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  2. jjajajjaja naaaaaaaaaaaaaa me muero ajajaj mas nove

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  3. Intensa así definiria esa conversacion y sí le doy mi derecha a Peter todos merecen una segunda oportunidad,pero tambien entiendo en las reservas de Lali cdo te han lastimado es dificil arriesgarse justo sabiendo q la estadia de Peter es transitoria,lo bueno de la ficcion es q todo tiene solucion!
    Me encantan las historias q eliges!Son por así decirlo como más maduras!no sólo fantasia romántica (ojo q tambien disfruto leyendo esas)pero en estas siempre encuentro un punto en q identificarme?
    Cuantos años tienes?(si se puede preguntar si no no importa sólo es a titulo orientativo por la seleccion de histotias q haces)
    Ojalá puedas subir pronto y gracoias por tu esfuerzo!Saludos !

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  4. Peter la hizo volver al pasado.No puede tener tanto miedo LAli ,si una vez ,ya se fue d allí con CArlos ,nada le impediría irse con Peter,excepto la "salud" d su padre,pero estoy segura k incluso este se alegraría x ella ,y no digamos Eric,sería el niño más feliz.

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