lunes, 9 de julio de 2012

Capitulo Cinco!




Holaaaaa!!! Aquí traigo el segundo del día!! Tengo que darle las gracias a mi hermanilla por la recomendación de twitter. Sabe que soy muuuy despistada jaja Por eso, gracias Ione, sabes que te amo sister!
Me pone feliz que les esté gustando. Por eso como siempre...
Gracias por leerme!! Beso, Vero! 


                                       CAPITULO CINCO




La mañana estaba nublada cuando Peter se dirigió al local de Raíces, donde había quedado con Lali para ser entrevistado por un periodista del departamento on line de El correo de Thunder Canyon. El periódico había enviado a un joven recién salido de la universidad que estaba a cargo de la edición digital.
Cuando llegó a Raíces, Peter se detuvo delante de la puerta. Un muchacho de pelo erizado, Jaime Fariña, lo fotografió, igual que había hecho la noche anterior en la plaza. Entonces, cuando había estado recabando información sobre su entrevistado, se había topado con Peter y Lali sentados en el banco.
Sin embargo, cuando Jaime disparó el flash en aquella ocasión, Peter no pudo evitar recordar cómo se había encogido Lali la noche anterior, al ser sorprendidos en medio de un momento íntimo en el parque, mientras él había tenido la mano sobre su vientre.
Peter meneó la cabeza para sacarse esa imagen del pensamiento.
—¿Conoces bien Raíces, Jaime?
—Claro —respondió Jaime, tocando un botón de ajuste de su cámara digital—. Haley Anderson lo fundó, con el objetivo de devolverle a la comunidad todo lo que había hecho por ella. Está dedicado a la gente joven que necesita un poco más de ayuda. Es muy popular entre los estudiantes del instituto. Les gusta venir aquí para reunirse con otros jóvenes… y siempre hay tutores adultos disponibles para ayudar con las tareas o, simplemente, para charlar.
Jaime tomó otra foto.
—¿Cuántas horas dedicará Lali como voluntaria, teniendo en cuenta su estado?
Peter había intentado tomarle el pulso al pueblo después de que se había hecho público el embarazo prematrimonial de Lali en el periódico de esa mañana. Estaba bastante seguro de que los más jóvenes, como Jaime, lo aceptaban sin problemas. Sin embargo, aún no conocía la respuesta de los seguidores de Swinton ni de los ciudadanos más conservadores de Thunder Canyon.
—Lali va a necesitar descanso, así que dejará su voluntariado pronto —afirmó Peter—. Pero, si por ella fuera, estaría trabajando hasta minutos antes de dar a luz.
Entonces, Peter abrió la puerta con suavidad. Le recibió una hogareña escena de mañana de sábado. Había allí unos siete adolescentes, sentados cómodamente en la zona de sofás sacados de la tienda de segunda mano. La mayoría estaba viendo dibujos animados en la televisión. Una chica pelirroja con aparato en los dientes estaba jugando con su teléfono móvil apoyada en la pared que había sido pintada por Haley Anderson. El mural mostraba una variada parafernalia relacionada con los adolescentes, como iPods, coloridos bolsos o pelotas de fútbol.
Al otro lado de la habitación, Carleigh Benedict, que estaba a cargo de Raíces desde que Haley había anunciado su compromiso con Marion Cates y había salido de viaje con él, levantó la vista de su ordenador. Estaba sentada con un joven y los sonrió. Peter saludó con la mano, manteniendo silencio para no molestar.
Peter siguió mirando a su alrededor, sin ser consciente de a quién estaba buscando hasta que la encontró.
Lali.
Ella le dejó sin aliento sin ni siquiera proponérselo. Lo único que estaba haciendo era estar sentada con una chica morena con cola de caballo. Al parecer, la estaba ayudando a escribir un ensayo o una carta. Lali murmuraba algo, quizá palabras de aliento, mientras señalaba algo en el cuaderno de la adolescente.
Cuando el rostro de la chica se iluminó, como si se le hubiera encendido una lucecita en la cabeza gracias a la ayuda de Lali, la prometida de Peter sonrió.
¿Cómo era posible que una mujer que se encontraba en una situación tan difícil todavía pudiera ayudar a los demás… y disfrutar con ello?
Peter miró a los demás chicos… todos preferían estar allí un sábado por la mañana que en casa con su familia. Todos parecían solos de una forma u otra, igual que él se había sentido tras el asesinato de su tío. El había sido mayor que esos chicos cuando había ocurrido. Acababa de salir de la universidad, igual que Lali, pero lo sucedido había cambiado su punto de vista sobre la vida.
Su familia no había podido consolarlo, ya que todos habían estado muy efectados, también. Peter deseó haber tenido un lugar como Raíces para sus primos, para él y para Maria, cuyo padre había sido asesinado junto con el tío John. Deseó que hubiera encontrado, entonces, a alguien como Lali…
Jaime tomó una foto del mural y la chica pelirroja se apartó de él, dedicándole al fotógrafo una expresión de desagrado capaz de hacer encogerse a cualquiera. Peter le sonrió con gesto de disculpa por haber interrumpido su juego con el móvil y ella lo miró con interés, como si lo reconociera, antes de volver a concentrarse en sus cosas.
La luz de la cámara había captado la atención de Lali y, cuando vio a Peter… algo cambió en ella.
¿Sus ojos mostraron un brillo nuevo?, se preguntó él, sin estar muy seguro.
¿Su sonrisa se hizo más amplia?
Fuera lo que fuera, Lali lo disimuló fingiendo una sonrisa formal cuando él se acercó para ayudarla a levantarse del suelo.
Jaime no perdió un segundo y capturó otra imagen de la «feliz pareja». Lali lo sobrellevó con resignación.
—Señorita Esposito —dijo el periodista—. ¿Es buen momento para hacerle algunas preguntas?
—¿Sobre Raíces? Claro que sí.
Peter contuvo una carcajada. Lali había dejado claro que no pensaba responder a nada sobre su embarazo y su compromiso. Él ya había hablado de esos temas en la edición matinal del periódico.
Era la esposa perfecta de un alcalde: amable, pero fuerte.
Lali tomó a Peter del brazo.
—¿Nos disculpas un momento? —pidió ella al reportero.
—Claro —respondió Jaime y se dio una vuelta por la habitación, deteniéndose delante del mural para contemplarlo mejor.
Lali miró a la chica a la que había estado ayudando. La joven estaba escribiendo como una posesa, volcada en su tarea.
Se apartaron de ella y fueron a una esquina junto a la ventana principal.
—Debes de haber llegado temprano —comentó él.
—He trabajado un poco con el ordenador al amanecer, para poder estar aquí a tiempo para ayudar a Tatiana —contestó Lali, señalando a la adolescente que estaba escribiendo—. Está preparando su petición de admisión para la universidad. Dice que quiere ser abogado, igual que…
Lali se interrumpió, pero Peter adivinó lo que había estado a punto de decir.
«Igual que ella».
Sin pensarlo, Peter le hizo levantar la cabeza, posando el dedo en su barbilla.
—Todavía puedes ser abogado, si es lo que quieres.
—Voy a estar muy ocupada con el bebé durante los próximos años.
Lali no lo había incluido en su plan de futuro, observó Peter. ¿Pero por qué habría de hacerlo?
Él se retorció, sorprendido de sentirse tan culpable.
—Hablando del trabajo, ¿cuándo vas a pedir la baja? No es necesario que sigas trabajando.
Ella abrió la boca como si fuera a protestar, pero la cerró y asintió. Peter supuso que estaría acostumbrándose a la idea de aceptar su dinero y que le disgustaba tener que aceptar nada de nadie.
Tal vez, debería decirle que él no la consideraba un caso de caridad… Lali valía mucho, no sólo para él…
O, para ser más exactos, para su campaña.
—Al estar aquí en Raíces y verte en acción, me has hecho recordar por qué quiero ser alcalde. Siempre hay personas que quedan al margen de las políticas de ayuda y los niños y jóvenes son los más perjudicados.
—Ayuda a la comunidad —dijo ella—. De eso se trata Raíces. Eso puede solucionar muchas cosas. Si la gente dejara de hablar sobre lo que está mal y empezara a hacer algo para cambiar el mundo, igual que hizo Haley…
Lali hablaba con total convicción, algo más que Peter admiraba en ella.
Jaime disparó su cámara de nuevo y Lali miró a Peter con gesto decepcionado. Él adivinó que estaría pensando que había ido a verla sólo para dar pie a una sesión fotográfica.
—No he venido aquí para darme publicidad —aseguró él, sin pensarlo.
Había ido allí porque le importaba la gente de Thunder Canyon, no porque le gustara sentirse importante ni salir en el periódico. Aunque no lo pareciera en ese momento.
Peter trató de justificarse para sus adentros. Para ganar la alcaldía, necesitaba darse publicidad. ¿Por qué negarlo?
Jaime comenzó a acercarse a ellos. Peter le colocó a Lali un mechón de pelo detrás de la oreja, no para aparentar, sino porque quería acariciarla de alguna manera. Ella no parecía muy contenta porque Jaime estuviera allí.
«Tranquila», quiso decirle él.
Como si lo hubiera adivinado, Lali esbozó una sonrisa de compromiso.
—Pablo y Maria van a venir a cenar a mi casa esta noche —señaló Peter—. ¿Quieres unirte?
—Me encantaría. No tengo nada más que hacer que ir a encargar el vestido esta tarde. Luego, imagino que me echaré la siesta.
—Si venir a cenar te va a resultar cansado…
—He tenido un embarazo sin problemas y no creo que eso vaya a cambiar en una tarde. Allí estaré.
Por la forma en que lo dijo, quedó claro que Lali comprendía que asistir a cenas y guardar las apariencias eran parte del trato.
Pero no era por eso por lo que Peter quería que estuviera con él esa noche.
¿O sí?


Una hora después, Peter estaba sentado ante su escritorio en la sede de su campaña. Julia cerró la puerta tras ella, sujetando en la mano la edición mañanera de El correo de Thunder Canyon.
—Perfecto —dijo ella, lanzándole una copia.
Peter tomó el periódico y vio la foto en la primera página de Lali y él en el rally.
¡Peter ya ha encontrado oro!, rezaba el titular.
—Lo he leído. No está mal —opinó él, dejándolo sobre la mesa.
—Mark te hizo unas preguntas muy directas sobre su embarazo y tú has sabido enfrentarte a ello. Buen trabajo, Peter.
Peter le había contado al periodista que Lali y él siempre habían estado bien juntos, como una pareja casada. Y, la noche anterior, cuando Mark le había llamado para hacerle unas preguntas más antes de que el periódico fuera a la imprenta, el reportero le había pedido su opinión sobre la reacción de Swinton ante la noticia.
—Esto es lo que tu oponente me ha dicho —le había informado Mark por teléfono y le había leído sus notas—: «No es de extrañar. No es más que una prueba de que sus días de mujeriego no son cosa del pasado. Ni siquiera ha podido contenerse para abusar de una buena chica como Lali Esposito. Para mí, eso demuestra que no sabe controlarse. Y necesitamos un alcalde que sepa hacerlo».
El viejo tiburón incluso había hecho hincapié en la diferencia de edad entre los dos, tal y como Lali había previsto.
Sin embargo, la respuesta de Peter había servido para calificar a Swinton de intolerante y de estar a la zaga de los tiempos modernos.
—Ya veremos cómo contraataca Swinton, Julia —indicó Peter en ese momento, con el periódico en la mano—. Por lo que le ha dicho a Mark, parece que me está retando a cumplir mi compromiso con Lali. Pero no voy a dejarme amedrentar.
—¿Retándote a cumplir tu compromiso? Creo que eso son imaginaciones tuyas —opinó Julia y se apoyó en la mesa.
Peter lanzó una mirada a su foto con Lali. Si no fuera porque sabía que no era cierto, hubiera jurado que la imagen mostraba al hombre más feliz del mundo.
—Es irónico, ¿no crees? Todas mis promesas de ayudar a Thunder Canyon son ciertas, pero cuando se trata de mi vida privada, todo es más falso que un céntimo de madera.
Julia agarró el periódico y buscó la página de los cotilleos. Allí destacaba la foto que había sido tomada la noche anterior por Jaime, la de Lali y Peter en el banco.
Peter apenas podía creer que fuera él el hombre que tocaba el vientre de Lali con tanta ternura, con una expresión inconfundible de admiración. El pie de foto rezaba:

Un momento íntimo del candidato.

Entonces, Peter se fijó en la cara de Lali.
Con su mano sobre la de Peter, parecía estar tan conmovida como él.
—A mí no me parece que sea un céntimo de madera —comentó Julia.
Peter dobló el periódico con lentitud y lo dejó en una esquina de la mesa.
—Deja de buscarle el lado romántico.
—Oh, yo no soy nada romántica, amigo. Tal vez necesitas que te recuerde que hay una línea que tú no quieres cruzar.
—No lo haré.
—Estás muy cerca de hacerlo —señaló ella—. A juzgar por esa foto.
Julia se levantó y abrió la puerta, dejando que los sonidos de teléfonos y conversaciones de los voluntarios inundaran el despacho.
—Sé bien cuáles son mis prioridades —aseguró él—. Y las mantendré pase lo que pase.
Julia se detuvo un momento.
—Las prioridades cambian. No lo olvides, por el bien de todo el mundo.
Julia cerró la puerta tras ella y lo dejó en silencio, como queriendo remarcar con ello su comentario.
Debía marcar bien los límites para no traspasarlos de nuevo la próxima vez que estuviera con Lali, se dijo Peter.


—¿Qué quieres exactamente? —preguntó la dependienta de la tienda de novias que había en la plaza del pueblo.
Ante su pregunta, Lali ocultó una sonrisa de tristeza, sabiendo que Grace se estaba refiriendo al vestido nada más. Sin embargo, si tuviera que responder en términos generales, habría tenido que hablar de su bebé y de una casa con césped para que jugara en un barrio tranquilo por el que pasaran furgonetas vendiendo helado durante el verano.
Eso era lo único que Lali estaba buscando.
Pero, en vez de decirlo, sacó del bolso una carpeta con recortes de revistas. Eran fotos que había coleccionado cuando había estado saliendo con Alan.
Entonces, había creído que los sueños podían hacerse realidad…
—Aquí tengo algunas ideas —explicó Lali, mientras Grace observaba las imágenes.
—Podemos encontrar algo.
Grace dejó la carpeta sobre una mesa de cristal, entre los sofás con estampado de flores donde estaba sentada con Lali. Luego, le ofreció a su clienta una copa de champán, pero se disculpó de inmediato al recordar que estaba embarazada. Así que lo sustituyó por agua con gas.
La dependienta se puso en pie.
—Tenemos una gran variedad de opciones para la novia de Peter Lanzani.
Al principio, Lali había tomado a Grace Farthingworth por una mujer conservadora que los juzgaría a ella y a Peter por su embarazo. Había pensado que sería una seguidora de Swinton. Pero la otra mujer no había mostrado ni un ápice de intolerancia hacia su situación.
Por eso, Lali supuso que Grace estaría entusiasmada por poder tener como cliente a la potencial primera dama de Thunder Canyon.
—La celebración estará inspirada en motivos vaqueros —explicó Lali—. Si eso te dice algo.
—¿Al estilo Annie Oakley?
Lali se rió.
—No. Yo estaba pensando más en algo al estilo imperio, si es posible —dijo Lali y se llevó la mano al vientre.
—Por supuesto —repuso Grace y despareció en la parte trasera de la tienda a toda prisa.
Cinco minutos después, la dependienta regresó y guió a Lali a la entrada del probador, donde había tres vestidos de novia colgados en el perchero.
Grace le presentó su primera elección: una túnica de tafetán de talle alto. Sin embargo, fue otro vestido el que captó la atención de Lali.
—Éste —dijo Lali, tocando el envoltorio de plástico.
—¿El diseño especial de Elizabeth Bennet? —preguntó Grace y sacó el vestido, sacándolo del plástico y mostrando su tejido de terciopelo—. Me gusta llamarlo así, en honor a la protagonista de Orgullo y prejuicio, uno de mis libros favoritos. Con el pelo recogido y algunos rizos suelos alrededor del rostro, debajo del velo, te quedaría de maravilla.
No era muy típico del Salvaje Oeste, pero a Lali le había encantado.
¿Le gustaría a Peter?
Grace condujo a Lali al interior del probador y corrió la cortina para darle privacidad.
—Volveré con el velo y con el chal a juego.
Cuando la dependienta regresó, Lali estaba ya vestida. Se había sonrojado al verse en el espejo.
Su reflejo le devolvió la mirada y vio en él a una novia reluciente vestida con un traje de terciopelo blanco que le llegaba hasta los pies. Más que una mujer parecería un ángel, sino hubiera caído de su antiguo pedestal.
A Grace se le empañaron los ojos.
—Por eso me encanta mi trabajo —confesó la dependienta, agarrando el velo entre las manos como si fuera un ramo de flores. Se acercó y le colocó a Lali un tocado de perlas en la cabeza.
Entonces, Grace salió del probador de nuevo y regresó con un ramo de flores de seda blanca. Se lo entregó a Lali.
Luego, la llevó a un juego de tres espejos antiguos de cuerpo entero y Lali se mordió el labio inferior mientras se contemplaba desde todos los ángulos. Era como si estuviera viendo la imagen soñada de sí misma. O, al menos, la versión de lo que podría haber sido si…
Porque aquello parecía un sueño, no algo que pudiera pasarle en la realidad, se dijo.
La campanilla de la puerta de la tienda sonó y, antes de que Grace pudiera llegar hasta allí, Lali vio el reflejo de alguien en el espejo.
Peter.
Él se había quitado el sombrero y lo sujetaba junto al corazón, como si estuviera impresionado. Lali apenas se había atrevido a soñar con que ningún hombre reaccionara de esa forma al verla, como un novio que no pudiera quitarle los ojos de encima mientras caminaba hacia el altar y hacia él, con el resto de su futuro por delante.
Lali se derritió ante su mirada de aprecio, a pesar de que sabía que sólo era parte de la farsa y que él debía de estar actuando así porque estaban delante de la dependienta de la tienda.
Pero Grace no prestó atención a eso, sino a las reglas que marcaba la tradición.
—¿Peter Lanzani? ¡No puede ser!
Él salió de su fingido ensimismamiento y dejó el sombrero en la silla más cercana. Lali se preguntó si la mirada maravillada de su futuro esposo no habría sido más que fruto de su imaginación.
—Buenos días, Grace —saludó él—. Ya veo que mi prometida está en buenas manos.
—¡Esto trae mala suerte! —exclamó Grace, tirándole del abrigo.
—Déjalo —pidió Lali. De todas formas, su matrimonio habría terminado antes de que pudieran necesitar ninguna suerte, pensó—. Como habrás oído, Peter es muy liberal y está más a favor de crear sus propias tradiciones que de adscribirse a creencias antiguas.
La otra mujer había desistido de intentar arrastrarlo fuera de la tienda.
—Hay algunas cosas con las que no puedes jugar. Y ver a tu futura esposa vestida de novia es una de ellas.
—No pasa nada —repuso él—. Nos aseguraremos de contrarrestar la mala suerte poniéndole a Lali algo viejo, algo nuevo, algo… —dijo y frunció el ceño—. ¿Qué más?
Lali le ayudó.
—Algo prestado y algo azul.
Peter dio unos pasos hacia ella y Lali tiritó al anticiparse a su aroma y su proximidad.
—Se ve un bulto bajo el vestido —indicó él, refiriéndose a su vientre.
Era cierto. La curva de su abdomen era más pronunciada que antes. Además, había dejado de llevar blusas y faldas demasiado amplias.
—Por eso me gusta este vestido —señaló ella—. Sabremos que Saltamontes está ahí y, si me hincho de aquí a la boda, el vestido podrá acomodar un tamaño mayor.
—¿Hincharte?
—La barriga me crecerá y empezaré a parecerme a un globo.
Grace suspiró, todavía pensando que el novio no debía estar ahí. Ignorándola, Peter alargó la mano hacia Lali para posarla en su vientre, igual que había hecho la noche anterior en el parque.
Sin embargo, en esa ocasión, Peter pareció pensarlo mejor y apartó la mano de inmediato.
Lali se sintió invadida por una tremenda tristeza. ¿Estaría él pensando en el aspecto que iba a tener cuando estuviera hinchada como un globo?
¿O, tal vez, incluso a él, la farsa le estaba resultando demasiado difícil de representar?
Peter dio un paso atrás.
—Vendrás a la boda, ¿verdad? —le preguntó él a Grace.
Lali intentó sonreír a la dependienta a través del espejo, aunque tenía el corazón encogido, sumida en sus pensamientos. ¿Pero por qué?
¿Qué más le daba a ella lo que Peter hiciera o cómo la mirara?
—¿Estoy invitada? —replicó Grace.
—Sin duda —contestó él—. Será el próximo fin de semana. Te enviaremos una invitación con los detalles.
—Una boda rápida —comentó Grace—. Aunque ya he leído en el periódico el porqué.
Así era. Se había hecho público el cuento que explicaba por qué Lali había querido esperar y por qué había cambiado de idea cuando su embarazo se había hecho más obvio.
—Puede que la boda parezca rápida desde fuera —señaló Peter—. Pero yo llevo enamorado de Lali mucho tiempo.
Aunque Lali estaba acostumbrándose a actuar de forma automática a comentarios como ése, no le resultó tan fácil como otras veces sonreír a su prometido.
Sin embargo, Grace no se dio cuenta.
Como le pasaba a casi todo el mundo, la dependienta no pudo evitar rendirse al encanto de Peter.
—¿Un poco de champán? ¿O quieres agua con gas como tu prometida?
—Agua, gracias.
Grace los dejó solos un momento.
Entonces, Peter miró a Lali a través del espejo. Él debió de adivinar las preguntas que bullían en su interior, porque se puso rígido, como si no supiera cómo responderlas. De todos modos, ella nunca se atrevería a preguntarle por qué había decidido no tocarla.
Seis meses, se dijo Lali. ¿Iba a ser su breve matrimonio tan complicado durante todo ese tiempo?
—Bueno, ¿has pensado ya qué cosas nueva, vieja, prestada y azul vas a llevar? —preguntó él, rompiendo el silencio.
—Pensé que no eras tan tradicional.
—No es verdad. Creo en algunas cosas. Por ejemplo, ya sabes lo que siento hacia mi familia.
Sí, así era, pensó Lali. Y creía en Peter Lanzani al cien por cien en lo que se refería a eso.
Ella levantó la mano y su anillo de compromiso relució bajo los focos del probador.
—Esto es algo viejo.
—¿Y algo nuevo?
Lali se abrazó el vientre, señalando al bebé y sonriendo, intentando animarse.
—Me gusta. Saltamontes —dijo él.
Una vez más, Peter tuvo aspecto de estar a punto de tocar el hogar del bebé.
Pero no lo hizo.
Lali intentó no dejar que la decepción hiciera mella en ella.
—¿Y algo prestado? —preguntó ella, pensando en que, de alguna manera, Peter la estaba tomando prestada.
—Bueno, ya pensaremos en algo —repuso Peter, encogiéndose de hombros.
—Y queda encontrar algo azul.
—Eso ya está cubierto.
Peter la miró a los ojos, diciéndole sin palabras que habia pensado en algo y no pensaba decírselo. Se estremeció.
En ese momento, Grace irrumpió en la habitación con el agua mineral y Peter apartó la mirada de Lali, como si hubiera sido sorprendido haciendo algo que no debía.
Sin embargo, era buena idea que él fuera capaz de diferenciar la realidad de la farsa. ¿O no?, se dijo Lali.
Gracias a Dios, uno de los dos nunca lo olvidaba.

3 comentarios:

  1. quiero mas! quiero mas! quiero mas!!!!
    Te amo sister!!!

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  2. Me encantó el momento en k el le toca la pancita ,pero en las otras ocasiones en k se abstiene d hacerlo , Lali se siente incómoda.

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