viernes, 27 de julio de 2012

Capitulo Siete!




Chicas!!!!! Como les va el día?? Quiero decirles (aunque soy consciente de que soy pesada) que me encanta leer sus comentarios, la manera de meterse en la historia y vivirla, yo también lo hago!! Gracias!!!
También decirles que este fin de semana no se si podré subir porque con el trabajo no me dan los tiempos.
Y por último.....disfruten de este capi!! Háganme caso. Sean felices!! 
Gracias por leerme!! Besos, Vero!!




                               CAPITULO SIETE




Cualquiera que la hubiera visto se habría dado cuenta de que Eugenia no era la mujer adecuada para Peter —le dijo Ma con la boca llena de alfileres—. No era el tipo de chica que un muchacho le presentaría a su madre. Por supuesto, él no tenía madre. Ese fue siempre el problema.
Lali se miró en el espejo mientras Ma prendía otro alfiler en la falda del vestido de novia. Por alguna razón estaba en los artículos que formaban el ecléctico inventario de la tienda y, por alguna otra misteriosa razón, le quedaba a Lali casi perfecto.
—Oh —Lali le había dicho a Ma cuando esta se lo había sacado—. No creo que vayamos a hacerlo así. Probablemente iremos al juzgado y lo haremos lo más rápida y discretamente posible.
Pero aún así había acariciado la tela.
—No, de eso nada —Ma le había dicho con firmeza—. La otra vez lo hizo fuera y a la gente de por aquí no le sentó bien. Estarán esperando para poder darte la bienvenida a la comunidad.
—Quieres decir para mirarme bien. Parece que he venido aquí a buscar novio. Además, Ma, soy demasiado mayor para este vestido.
—Tonterías. Contesté a tu carta guiada por la mano de Dios. Y este vestido te queda de maravilla. Y deja de decir bobadas sobre tu edad. Algunas mujeres maduran con mucho garbo y elegancia. Yo no fui una de ellas. Siempre fui un poco rellena, y con la edad empeoré. Pero tú no.
—¿O sea que piensas que Dios me trajo a Hopkins Gulch, porque un joven vaquero necesitaba casarse?
—¿Peter? Peter no necesita casarse. Creo que es hora de que tú seas feliz.
—Feliz —repitió Lali, y sintió aquella extraña sensación en el estómago—. Ni siquiera nos conocemos bien.
—Lali, eres una de esas personas que piensa demasiado. Por una vez te dejaste llevar por la intuición y actuaste. A lo mejor es un milagro, por amor de Dios.
—Pero...
—No quiero más peros. Desde que lo vi mirándote por primera vez, supe para qué habías venido aquí; cuál era tu misión. Amarlo, simple y llanamente, y dejar que él te ame.
—Tomy me ama —gritó—. Y está muy disgustado con todo esto.
—Bueno, eso es culpa tuya, por dejar que sea él el que mande en tu vida desde hace tanto tiempo. Así no le estás haciendo ningún favor. Ese chico necesita a Peter tanto como Peter te necesita a ti. Pero Tomy tiene doce años. ¿Acaso esperas que sepa lo que es bueno o no para él? Se alimentaría de chocolatinas si le dejaras. No está preparado para tomar decisiones, especialmente las tuyas.
—Ma —susurró mientras miraba a la bella extraña del espejo—. Tengo mucho miedo.
El vestido hacía que todo pareciera aún más como de cuento de hadas. Era de un blanco inmaculado... algo que llevaría una mujer llena de romanticismo e inocencia. En definitiva, un vestido de ensueño, digno de una princesa.
—Tengo miedo —repitió, pensando que Ma no la había oído la primera vez.
—¡Bien! Si no tuvieras nunca miedo, la vida sería demasiado cómoda. En la vida real hay momentos imprevisibles. La vida te espera para regalarte cosas maravillosas. Pero de vez en cuando hay que hacer algo, aunque ello te haga sentir terror.
—Mañana me caso con Peter Lanzani —susurró Lali—. Yo. Es demasiado joven para mí, ¿verdad?
—Lali, deja de fruncir el ceño. Estropea el efecto de este precioso vestido totalmente. No es demasiado joven para ti. Ese chico nació viejo. Probablemente tú serás como un soplo de aire fresco en su vida y le levantarás el ánimo. Tiene mucho encima.
—¿Qué quieres decir con que nació viejo?
—Cariño, su madre murió cuando era un niño pequeño, y su padre le pidió que fuera un hombre antes de estar listo. Pasó una etapa muy alocada, probablemente no creerías cuánto, pero yo sabía que solo estaba buscando lo que nunca había tenido. Lo que le decía el corazón que correspondía tener a todo el mundo.
—Amor —adivinó Lali con lágrimas en los ojos.
—Tú amas a ese hombre, Lali, y vas a ver cómo ocurrirán milagros. Y si dejas que él te ame también, tu vida adquirirá una riqueza y un cariz que en otro tiempo te hubiera resultado imposible de creer. Déjale ser el hombre que necesita ser. Es un muchacho chapado a la antigua. Muchos hombres de esta zona lo son. Querrá protegerte y darte todo lo que necesites. Dependerá de ti mostrarle que el amor, en estos días, ha progresado más allá de todo eso. Se trata de que lo ayudes a ser quien siempre quiso ser, quien de verdad es. Personalmente, yo siempre he pensado que era un caballero.
Lali miró a la mujer menuda que tenía a sus pies y se maravilló de su sabiduría. Por un instante sintió que o Dios o el destino la habían conducido hasta allí.
—No sé —reconoció—, si el amor tiene que ver con todo esto, Ma.
—¡Estate quieta! —Ma la regañó—. Dos alfileres más. ¿Qué quieres decir con eso?
—Él no ha hablado de amor. Yo tampoco. Ya me entiendes.
—Santo cielo. Las palabras se las lleva el viento. He visto parejas jóvenes que se dicen que se quieren cada tres minutos y por otra parte no dejan de hacerse faenas. Eso no me convence demasiado.
Lali hizo por relajarse, vio cómo desaparecía la arruga de preocupación de la frente y esbozó una tímida sonrisa.
Ma la miró y le sonrió.
—Eso sí que me convence.


—¿Te vas a desmayar? —le preguntó Pablo.
Peter lo miró enfadado, pero era cierto, notó un sudor frío y que perdía el color.
—Aquí hace demasiado calor —dijo, tirándose del cuello duro que le apretaba demasiado.
Era mentira. Estaban a la sombra del árbol más grande del patio de la iglesia. Lo que le pasaba era que estaba muerto de miedo.
Él, Peter Lanzani, que había montado toros bravos sin que ni siquiera le temblara el pulso, estaba tan nervioso que apenas podía respirar. Él, el valiente de Peter Lanzani, estaba aterrorizado.
No porque fuera a cometer un error, sino porque no fuera merecedor de esa mujer que le había dado el sí. Tenía miedo de que no supiera hacer que su matrimonio funcionara. Otras personas formaban familias. Tenían algo de idea de cómo hacerlo. Pero él se estaba aventurando en un territorio desconocido.
Ni siquiera le había dicho que la amaba. Sentía que no la había conocido lo suficiente para decírselo.
Una razón perfecta para no emprender el camino hacia el altar en, miró el reloj, exactamente tres minutos.
—Siéntate —le sugirió Pablo.
Se sentó en la hierba, sin pensar en el traje. El atuendo no había sido idea suya. Se componía de pantalón y chaqueta corta, camisa blanca y corbata de lazo. Al menos, le habían dejado ponerse un sombrero tejano.
La noticia de su boda se había propagado por la ciudad como el fuego. Se lo había dicho a Ma Watson.
Peter, en su necesidad de ser merecedor de ella, se había pasado por casa de Pablo y se había disculpado por haberlo amenazado aquel día delante de casa de Lali. De algún modo, había terminado contándole a Pablo que iba a casarse con ella. Un error.
Pablo y Ma Watson a cargo de una boda.
Antes de que Peter supiera lo que estaba ocurriendo, todo el pueblo había ido a tomar parte. Por amor de Dios, habían hablado con el predicador, limpiado la iglesia, preparado el salón. Y Peter llevaba toda la semana recibiendo regalos en casa.
Peter le había contado a Ruben lo que estaba pasando. Que Lali iría a vivir con ellos y que, con el tiempo, tal vez sería su mamá.
Ruben lo había mirado sin comprender.
—¿Tomy va a vivir aquí?
Cuando Peter le había dicho que sí, el niño se había puesto muy contento.
—Seréis como hermanos.
Tomy, que seguía yendo a trabajar a pesar de la emoción que tenía a todo Hopkins Gulch en vilo, estaba tan horrorizado por los regalos como Ruben.
—Con sus iniciales —dijo con desprecio al ver un juego de toallas blanco—. ¡Qué asco!
El fastidio de Tomy y de Ruben se había intensificado esa mañana del enlace cuando Pablo se había presentado con dos trajes idénticos y un diminuto almohadón para el anillo.
Tomy se suponía que debía ser el encargado de recibir y sentar a los invitados de los novios; Ma y Pablo se encargarían de prepararlo. Tomy había pasado toda la semana mirándolo mal, pero Peter no se había amilanado, empeñado en demostrarle al chico que todo iría bien.
Sospechó que no había resultado muy convincente, puesto que él mismo tenía dudas de si todo aquello saldría bien.
Había encontrado a los dos niños escondidos en el establo una hora antes de la ceremonia y los había conducido a la casa para que se lavaran y vistieran.
En ese momento, empezó a sonar la música y Peter comenzó a sudar de nuevo. La puerta lateral de la iglesia se abrió.
—Peter, levántate del suelo —dijo Ma—. Santo cielo, chico, ¿es que nunca te has puesto un traje?
—No, señora.
Y era cierto. En Las Vegas les daba igual si uno se casaba en ropa interior. Si mal no recordaba, él había ido vestido con unos téjanos que tenían un siete en la rodilla.
Se puso de pie y se limpió un poco de hierba seca que se le había quedado pegada en el pantalón.
Ma lo miró y sonrió.
—Te queda de maravilla. Tienes un aspecto muy romántico, como el de un antiguo jugador. Vamos.
Desde luego estaba jugando. Con su propia vida, la de Lali, y la de dos niños. Miró con nostalgia hacia al pradera y pensó en salir corriendo.
Pero eso le partiría el corazón a Lali; y si había una cosa que no iba a hacer jamás era hacerle daño a esa mujer.
Siguió a Ma al interior de la iglesia. Ella le mostró dónde tenía que ponerse en el altar, y colocó a Pablo a su lado. Peter miró hacia el pasillo central y vio que la iglesia estaba abarrotada de gente. Si le había parecido que fuera hacía calor, dentro la temperatura era insoportable.
La música se repetía machaconamente, y por un momento Peter pensó que Lali no se iba a presentar, que se lo había pensado mejor.
Y, de pronto, se abrió la puerta de atrás y Ruben echó a andar por el pasillo; con una mano tiraba de Tomy, y en la otra llevaba el pequeño almohadón con el anillo.
Lali había dicho que no quería anillo, pero aun así Peter se lo había comprado. No era un anillo llamativo, porque eso no le habría ido bien a Lali. Era una alianza de oro puro, como ella.
Entonces, se abrió la puerta y entró Lali.
Al verla, Peter se quedó boquiabierto. No podía creer que aquella mujer le hubiera dicho que sí.
Estaba como una princesa, envuelta en metros y metros de tela blanca, con el cabello adornado con flores y recogido sobre la cabeza. Parecía como si avanzara flotando hacia él por el pasillo central.
Lali lo miró todo el tiempo con ojos brillantes. Estaba radiante, risueña, en absoluto preocupada.
Quizá no lo estuviera.
Se colocó a su lado, sonrió y su sonrisa calmó el frenético latir de su corazón. Vio la paz en su mirada y sintió que ese sentimiento lo envolvía. Respiró profundamente y sintió, de nuevo, confianza en sí mismo.
Iba a hacer lo correcto.
Quizá no lo más ortodoxo, pero lo mejor para los dos.
Con voz firme y timbrada él y musical ella, repitieron los votos matrimoniales.
Y se besaron, hasta que Tomy empezó a hacer ruidos como si tuviera náuseas.
Entonces el cura los declaró marido y mujer.
Peter y Lali saludaron a los amigos y vecinos allí congregados, y salieron de la iglesia entre cientos de pompas de jabón, puesto que a cada uno de los invitados se le había entregado un pequeño bote con un ar—tilugio para soplar.
De algún modo Peter consiguió mantener el tipo durante la comida, los discursos y el baile sin hacer el ridículo.
Porque en realidad lo único que deseaba era estar con ella a solas; lejos de todas aquellas personas bienintencionadas.
Tomy y Ruben pasarían unos días con Ma. Finalmente, Peter y la novia ya iban de camino a casa. Solos por fin.
—Parémonos a mirar un rato las estrellas —dijo Lali.
Así que Peter detuvo la camioneta y salieron. Ella se remangó un poco el vestido y cruzaron la pradera. Lali miró las estrellas un buen rato y después lo miró a él y sonrió.
—Peter, tengo que decirte algo. A lo mejor debería habértelo dicho antes. Solo que nunca se presentó el momento adecuado.
Oh, Dios mío. Seguramente ya estaría casada con otro. O quizá fuera una inmigrante ilegal que tendría que abandonar el país. O a lo mejor tenía una enfermedad incurable.
—¿Qué tienes que decirme? —dijo en tono angustiado.
Ella se puso colorada.
—Nunca he hecho lo que tú y yo vamos a hacer esta noche.
Por un momento, Peter no entendió lo que ella quería decirle.
—¿Cómo dices?
Pero al verla tan sonrojada lo captó.
—¿Nunca has estado con un hombre? —le preguntó en tono bajo.
—Es horrible, ¿no? Quiero decir, a mi edad...
—Calla... —le dijo y se acercó a ella; la miró a los ojos y vio una mezcla de miedo y emoción reflejados allí—. Nadie me ha hecho jamás un regalo como este. Jamás. Y es la cosa más bella que podría imaginarme.
Peter la levantó en brazos, le dio un beso en la punta de la nariz y rezó para ser todo lo sensible que ella necesitaba que fuera para lo que iba a vivir esa noche. Entonces, Peter sintió que se le hinchaba el corazón de sentimiento, como si se le hubiera puesto el doble de grande.
Cuando cruzó el umbral de la casa en brazos de Peter, fue como un sueño. Él no la dejó en el suelo, sino que avanzó rápidamente por el pasillo en sombras hacia su dormitorio. Después de cerrar la puerta con el pie, la bajó suavemente.
Habían dejado una lamparilla encendida, y la habitación también parecía de ensueño.
—La cama es maravillosa —dijo Lali, mirando a todas partes menos a él.
Era una cama antigua con dosel, cubierta de espesos almohadones blancos y una colcha blanca como la nieve.
—Un regalo de los Watson —Peter sonrió—. Las vecinas se han pasado toda la semana en casa, limpiando todo lo que Ruben y yo habíamos conseguido ensuciar. Creo que nunca he visto tantos plumeros, fregonas y trapos en movimiento.
—Yo lo habría hecho.
—No quiero convertirte en una mujer de la limpieza, Lali. No quiero sentir que estás sacrificando tu vida por mí.
Ella sonrió temblorosamente.
—Oh, Peter. Esto es lo que quiero. Ser una madre para Ruben y Tomy —susurró—. Ser una buena esposa para ti.
—Sabes que eres una mujer capaz de hacer cualquier cosa, ¿verdad? Podrías ser astronauta o médico. Y aquí estás en esta pequeña granja de Saskatchewan.
—Peter, no se trata de ser astronauta, o médico o ama de casa. En estos momentos, tengo exactamente lo que deseo. ¿Me comprendes?
—Sí, señorita —dijo en voz baja y sensual.
—Este vestido —dijo con voz trémula— tiene treinta y ocho botones en la espalda.
—¿De veras? —susurró Peter—. Entonces supongo que será mejor que empecemos. Solo faltan seis horas para que amanezca.
Ella se echó a reír y se volvió. El corazón empezó a latirle muy deprisa cuando él empezó a desabrocharle los delicados botones con esas manos grandes y firmes.
—¿Tienes miedo? —le susurró al oído cuando iba ya por el último botón.
—No.
—Yo, sí —dijo mientras acababa de soltarlo.
Ella volvió la cabeza para mirarlo, y se volvió lentamente hacia él. Ella lo miró y esperó, y él se pasó la lengua por los labios y cerró los ojos.
—¿Peter?
Lali habría jurado que estaba rezando.
Pero entonces, abrió los ojos y vio que el nerviosismo había desaparecido de su mirada, y volvía a tener aquella expresión tierna y juguetona del Peter que ella conocía.
Se acercó a ella y le puso las manos sobre los hombros. Lali soltó una exclamación entrecortada cuando el vestido cayó al suelo. Se quedó de pie delante de él con una camisola de encaje y seda color marfil.
—Lali, aflójame este lazo antes de que me ahogue.
Cuando se lo había quitado, le desabrochó los botones de la camisa.
—Tócame —le susurró Peter y ella se estremeció.
Deslizó las manos bajo su camisa y le acarició la piel y las fuertes formas que había deseado acariciar hacía tanto tiempo. Sin interrumpirla, Peter se quitó la camisa y la dejó caer al suelo.
—No pares. Tócame todo lo que quieras, hasta que te sacies.
—Eso no ocurrirá nunca —dijo, y entonces se sonrojó.
Pero él se echó a reír.
—Eso espero.
Su piel era como ella se la había imaginado; como seda envolviendo un cuerpo sólido y firme como una roca.
Llevó las manos hacia atrás y le acarició la espalda, se pegó a él y apoyó la cabeza sobre su pecho.
Así oyó que a él también le latía el corazón muy fuerte.
—Saboréame —le dijo él.
Lo miró con los ojos muy abiertos, suspiró y seguidamente le besó en el pecho, en la garganta y finalmente en los labios.
Era la invitación que Peter había estado esperando, puesto que abrazó aquel cuerpo suave y dócil y la besó apasionadamente.
Lali sintió el deseo quemándole los labios y vio que cerraba los ojos.
El beso se volvió más atrevido, más erótico, y Lali percibió en su marido un ansia y una necesidad salvajes, abrumadoras.
Peter le metió la lengua por todos los rincones de la boca y Lali sintió una especie de sacudida en un lugar de cuya existencia no había sido consciente hasta ese momento. Sin palabras, le exigió que le diera todo lo que él le estaba dando, que igualara su pasión a la de él.
Tímidamente al principio y después más confiada, Lali lo exploró hasta que empezó a jadear de placer y necesidad.
Peter la tumbó sobre la cama y empezó a besarle los dedos de los pies hasta que Lali gimió con deleite. Lentamente, fue deslizándole la lengua por la pierna y entonces la miró a los ojos un momento antes de levantarle la combinación para seguir lamiéndole la cara interna de los muslos.
Seguidamente, le empezó a bajar la camisola hasta que ya no hubo barrera alguna entre sus labios incansables y su piel.
Y Lali no pensó que fuera mayor, ni que él fuera más joven. Sencillamente, no podía pensar. Una sensación pura y primitiva se apoderó de ella al tiempo que Peter le besaba y lamía los pechos, y jugueteaba con la lengua.
Algo salvaje despertó en ella. Una sensación primitiva, tan antigua como el mundo.
Deslizó las manos hasta la cinturilla del pantalón y a tientas encontró el botón y se lo desabrochó. Muy despacio, le quitó los pantalones.
El empezó a besarla de nuevo con ardor y Lali se arqueó, rogándole que la llenara, que satisficiera esa parte de ella que nadie jamás había tocado.
Y entonces notó que él le separaba las piernas con suavidad. Y vio cómo se colocaba delante de ella y que estaba temblando a pesar de que él no pareciera consciente de ello.
—Peter —pronunció su nombre con intensidad— Peter... —repitió mientras él la penetraba, la completaba—. Peter —dijo, y un sinfín de sensaciones la sacudió y, finalmente, la transportó hasta un lugar donde nunca había estado.
 A un lugar donde las personas se sentían dioses por un par de segundos, donde se fundían con el cielo y la tierra, el viento y el fuego, la calma y la tempestad.
Estaba tumbado sobre ella, con la cabeza apoyada en su hombro, y el pelo pegado a su piel.
Ella le acarició el cabello y le mordisqueó la oreja; entonces, sintió algo más profundo que el placer. Se sintió plenamente feliz.
—De haber sabido lo que me estaba perdiendo —dijo cuando por fin dejó de jadear—, quizá lo habría probado antes.
Él levantó la cabeza y la miró. Más que mirarla se la bebió con la mirada. Como un hombre que acabara de cruzar un desierto y que hubiera encontrado de nuevo la vida en la fuente de su amor.
—De haber sabido que sería así contigo, creo que te habría esperado —le dijo él.
Y entonces se abrazaron, hablaron y se besaron un poco más hasta que el alba los bañó con su luz rosada, poco antes de quedarse dormidos el uno en brazos del otro.

8 comentarios:

  1. En estos momentos no tengo palabras para describir el capitulazo que acabo de leer! Si luego, consigo cerrar la boca del asombro te cuento...
    INCREIBLE!!
    Te amo hermanita!!!
    Quiero mas!!!

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  2. asjkashfghkkj ME FASCINO ♥
    Son mas tiernos!
    Me encantó peter nervioso jajajaj
    QUIERO MAS, QUIERO MAS!
    No sobrevivire si no subes el finde! Soy muy adicta a tu novela! sabelo!
    Y por si no leiste el comentario lei la novela anterior en un solo dia y me encanto :)
    Espero mas!
    Beso
    Juli♥

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  3. Awwwwwwwwwwwww,morí,morí,morí de amor, más lindo!!!!!!!!!!jajajaj,me encanta!!!!!!!!!!! Seguila,masmasmasmasmasmasmasmasmas, besos,me encanta como escribís:-)<3

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  4. Q romántico!Me encantó!

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  5. Lina (@Lina_AR12)29 de julio de 2012, 7:31

    Anoche me quedé hasta tarde leyendo tu nove anterior!Me atrapó y la leí completa de una,es muy buena también!

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  6. Hola soy nueva lectora básicamente mori cn este caitulo me encanto la nove es buenísima me fascina y esta CAP sin palabras mas mas mas mas
    Mely desde costa rica besos

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  7. ¡¡¡K capitulazo ,Dios!!!,todos los sentimientos expresados,inseguridad y atrevimiento k llevan al verdadero amor,solo les faltó decirse k se aman,pero lo expresaron con otras palabras,y otros actos.

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