jueves, 26 de julio de 2012

Capitulo Seis!




Hola chicas!!! No saben lo feliz que me hace leer sus comentarios!! Me encanta leerlos!! Son increíbles en serio!!! Creo que este capi les gustará (o eso espero jiji) No las entretengo mas. Sean felices!!!!
Gracias por leerme!! Besos, Vero!!



                               CAPITULO SEIS




Mary Anne y su galán los invitaron a una copa después de cenar. Mary Anne estaba cada vez menos inhibida. Peter bebía Pepsi mientras pensaba que el pretendiente de Mary Anne parecía el tipo de hombre que Lali merecía.
Un empresario rico y con estilo; dueño de una empresa de ordenadores.
Probablemente sabría cómo pedir en matrimonio debidamente, algo sobre lo que Peter no había dejado de pensar desde que había salido de los labios de Lali.
¿Pero qué se creía? Lali lo había dicho al buen tuntún. Por amor de Dios, no había sido más que una broma.
—¿Oye, a ti te afectó el virus informáticoY2K? —Roger le preguntó cuando la conversación empezó a decaer—. ¿El que precedió a la quiebra financiera?
Peter se arrepintió de haber aceptado tomar una copa con ellos.
—Una vez monté un toro que se llamaba así —dijo Peter—. Y desde luego, acabé con tres costillas quebradas.
Mary Anne suspiró y dio un segundo trago de su café irlandés.
—Los vaqueros son tan sexys.
—Bueno, no con las costillas rotas —dijo Peter.
Miró a Lali, que tenía la cabeza ligeramente agachada y se entretenía en revolver su bebida con una paja. ¿La habría avergonzado? Tal vez a veces fuera un poco campechano. Otro de sus defectos.
Uno de tantos.
Mary Anne se echó a reír y Roger parecía fastidiado.
Pero Lali lo miró y su mirada le dejó sin aliento. Sintiera lo que sintiera, no estaba avergonzada. Volvió a pensar que era mucho más guapa que Mary Anne; más cálida, más llenita, más sensual, más tierna. Le gustaba la blusa que se había puesto: suave, formal, aunque al mismo tiempo se ciñera ligeramente a su cuerpo.
Roger se bebió su copa de un par de tragos.
—Mary Anne y yo estábamos pensando en ir al cine, así que creo que será mejor que nos demos prisa.
—¿Queréis venir? —les preguntó Mary Anne—. Peter, te encantará. Roger lleva un montón de tiempo queriendo verla.
—No creo que le guste —dijo Roger—. No es de vaqueros.
—Esto... ¿Lali?
Peter no quería ir a ver una película. En absoluto.
Lali miró a Roger.
—¿Es una de esas que se desarrolla en un avión con terroristas? ¿Y luego va Arnold y salva el avión, al presidente y a los Estados Unidos?
—En realidad es una nave espacial —dijo Roger complacido—. Y el salvador es Stallone.
—Tal vez en otra ocasión —dijo Lali—. Gracias.
Tal vez en otra ocasión, pensó Peter. Él no lo hubiera dicho con tanta sutileza. Aquellas personas hablaban todas el mismo idioma.
Terminaron sus bebidas después de que Mary Anne y Roger se hubieran marchado.
—Creo que a tu amiga la abogado le gustan los vaqueros —dijo Lali.
—No, que va. Le gusta la idea que ella tiene de los vaqueros.
—¿Y cuál es esa?
—Bueno, uno ve a un tipo cabalgando sobre un montón de kilos de bestia embravecida, y el tipo probablemente tendrá un aspecto heroico, en lugar de simplemente estúpido. El jinete está rodeado de un halo de romanticismo y valentía.
—¿Como un caballero armado de la antigüedad?
Peter se echó a reír.
—No tanto.
—¿Entonces, cómo?
—Normalmente será un tipo como yo. Vaquero a tiempo parcial, granjero a tiempo completo, intentando pagar los plazos de la camioneta, y hasta el cuello de problemas la mayor parte de las veces. Los verdaderos vaqueros no son románticos. Son solo personas reales.
—Quizá a algunas personas eso pudiera parecerles romántico.
—¿Comparado con qué? ¿Con una mofeta?
—Comparado con, digamos, Roger.
—¿En serio? —se quedó boquiabierto.
—Sí.
—¿Qué le pasa a Roger?
—No le pasa nada. Pero me apuesto a que, si quiere mudar de sitio el piano, contratará a alguien para que lo haga.
—A mí me ha parecido que tenía muy buena pinta. Llevaba un traje bonito, tiene su propio negocio. Unos ingresos de seis ceros. ¡No me extrañaría si contratara a alguien para mover el piano de sitio!
—¿Peter —le dijo en tono bajo—, estás intentando que me atraiga Roger?
—¡No! Ya he visto lo que le atrae a Mary Anne.
—Los hombres no tenéis idea de lo que nos gusta a las mujeres, ¿no crees?
—Te pagaré si me lo dices.
—¿Cuánto?
—Diez pavos —se metió la mano en el bolsillo y sostuvo un billete entre los dedos.
—Vendido.
—¿Así que, qué os gusta a las mujeres? Lo voy a anotar y a escribir un libro sobre ello.
—Los músculos —le quitó el billete de entre los dedos.
Él la miró sorprendido.
—Una palabra es muy poco para un libro.
Ella se encogió de hombros, alisó el billete sobre la mesa y lo miró complacida.
—¿Los músculos? Estás de broma, ¿no?
—No.
—Es bastante difícil hacer que una relación basada en eso funcione.
—¿Quién ha dicho nada de una relación? —dijo Lali.
—¿Qué es entonces? ¿Les gusta mirar?
—Sí, señor.
—Me han robado.
—Te invito a una copa, vaquero.
—Estupendo. Que sean dos. Pepsi. Ni siquiera voy a decirte lo que nos gusta a los hombres de las mujeres.
—No hace falta que lo hagas. Ya lo sé. Y no es su inteligencia.
—Cínica. ¿Qué te ha hecho ser tan cínica? ¿El tipo con quien te ibas a casar?
—¿Y tú cómo sabes eso?
—Tomy lo mencionó en una de esas raras ocasiones en las que habla conmigo.
—¿Y qué dijo?
—Que te dejó. Por Tomy.
—Oh.
—¿Es cierto?
Ella asintió, incapaz de mirarlo.
—No creo que debas sentirte avergonzada por ello. Está claro que no te merecía.
Entonces, lo miró y le sonrió.
—¿Sabes algo? Debo de ser algo torpe, porque es ahora cuando estoy empezando a darme cuenta de ello.
—¿Querías hacer otra cosa? —le preguntó—. Quizá pongan otra película.
—Peter, quiero hacer algo que no puedo hacer en Vancouver; que no podré hacer cuando vuelva.
—¿Así que vas a volver allí?
Se sintió decepcionado. ¿Qué pensaba? ¿Qué debía considerar la posibilidad de quedarse allí? Lo dudaba. Aunque él se lo pidiera debidamente. No tenía sentido pasar la vergüenza de hacerlo. Había límites a su caballerosidad, y casarse con la dama era ir demasiado lejos.
—Eso creo. Siempre he trabajado en grandes empresas. Solicité el puesto en el Outpost por capricho; porque pensé que por una vez en mi vida debía ser valiente y atrevida. Pero no me ha salido bien. Así que supongo que debería volver a lo que conozco, y llevar a Tomy a lo que él conoce —concluyó con pesar.
—Creo que el ser aventurera te queda de maravilla, señorita Lali Esposito —le dijo, y entonces bajó la cabeza, cohibido después de todo—. ¿Y qué podemos hacer aquí que no puedas hacer en Vancouver?
—¿Sabes lo que quiero hacer? Quiero tumbarme en mitad de la pradera a mirar las estrellas.
Peter estuvo seguro de que no había nada en aquel chocolate caliente, aparte de chocolate.
—¿No te preocupan las serpientes?
—Por supuesto que sí. Por eso quiero que me acompañes.
—No creo que esa blusa sea la más apropiada para tumbarte en la pradera. Afortunadamente para ti, siempre llevo una manta en el maletero de la furgoneta. Para emergencias como esta.
Se detuvieron unos kilómetros antes de llegar a Hopkins Gulch, bajo un cielo cuajado de estrellas. Lali se puso el suéter y caminaron hasta una loma. Peter extendió la manta y se tumbaron sobre ella de espaldas, el uno junto al otro.
—¿Conoces las constelaciones? —le preguntó.
—Algunas. Esa es Orion.
—¿Dónde?
—¿Ves las tres estrellas que lleva detrás?
—Ah sí, ya las veo.
—Y la Osa Mayor y la Osa Menor. El Lucero del Alba y La Vía Láctea.
Peter la miró. Tenía los ojos muy abiertos, llenos de asombro. Sabía que aquel era el momento. Suavemente, le echó el brazo por los hombros.
—¿Eso es una serpiente? —preguntó, aguantando la respiración, pero su mirada era risueña.
—Sí, pero de la variedad humana.
Peter se colocó boca abajo y la miró.
—¿Qué estás haciendo?
—Me gusta más esta vista.
—¡Me estás mirando!
—Exactamente.
—Peter, déjalo.
—De acuerdo.
Pero no lo hizo. Se inclinó sobre ella. Lali se puso la mano sobre el corazón y abrió más los ojos.
Peter le acarició los labios con los suyos, y percibió la timidez de su respuesta.
Tenía los labios dulces y tremendamente suaves. Cerró los ojos y saboreó aquel dulzor; sintió su respuesta y le asombró la inocencia de esta.
Entonces, abrió los ojos, se apoyó sobro los codos y la miró.
—¿Qué? —susurró Lali.
—No tienes mucha experiencia en esto, ¿verdad?
Ella se avergonzó mucho.
—Tengo treinta y cuatro años, Peter.
—Eso no es lo que te he preguntado.
Parecía la más extraña de las ironías. Había estado con mujeres diez años más jóvenes que sabían diez veces más sobre lo que proporcionaba placer, sobre cómo usar sus cuerpos, sus labios y sus manos.
Pero ninguna de esas experiencias le había hecho sentirse así.
La deseaba más de lo que había deseado a ninguna de ellas. Y su cuerpo no ocultó ese hecho.
Probablemente, Lali se asustaría si supiera lo que le estaba ocurriendo a Peter. Se separó de ella y se quedó mirando las estrellas.
—Peter, lo lamento.
—No debes lamentar nada.
—¿Podríamos volverlo a intentar?
—No —dijo en tono ronco, cargado de deseo—. No podemos. Creo que será mejor que nos marchemos.
Se dio cuenta de que ella estaba dolida. Por eso era por lo que necesitaba un hombre como Roger, más fino, más delicado. Necesitaba a alguien que supiera cómo besarle la mano, que estuviera familiarizado con los modales de un caballero.
La dejó en su casa, pero antes fueron a recoger a los niños. Aunque deseaba besarla de nuevo, saborear otra vez su dulzura, no pudo hacerlo con Tomy mirándole con mala cara.
—Tomy, te veré el lunes —dijo.
Así tendría todo el domingo para aclararse un poco; para averiguar qué quería de Lali Esposito y qué quería ella de él.
Pero a las cuatro de la mañana, cuando aún no había podido pegar ojo, se dio cuenta que no iba a ser tan fácil averiguarlo.
Seguía pensando en lo que había dicho Lali; que aceptaría, si se lo pidieran debidamente.
¿Pedirlo debidamente? Ni siquiera podía besarla debidamente, y eso era algo en lo que no había fallado antes. Por supuesto, con otras mujeres siempre supo que los besos conducirían a un lugar donde tenía prisa por llegar. Con Lali había un respeto que no estaba seguro de haber sentido antes.
No era una mujer con la que pasar una noche.
Era la clase de mujer que un hombre llevaba al altar, delante de todos los amigos y vecinos. Una mujer para toda la vida.
Le había dado el sí a Eugenia en una capilla hortera de Las Vegas. Y aunque en el fondo de su corazón había sospechado que no funcionaría, había deseado con desesperación que no fuera así por el bien de la vida que ya se desarrollaba en el vientre de Eugenia. Su bebé.
En realidad, no tendría más sentido esa vez. Conocía a Lali aún menos de lo que había tratado a Eugenia, antes de casarse con ella.
Entonces, ¿por qué le daba la impresión de que la conocía bien?
Supuso que era porque era más sincera que Eugenia, porque Lali no tenía nada que ocultar.
Desde el momento en que la había mirado a los ojos había sentido que la conocía desde siempre, de que su corazón podría encontrar consuelo con ella.
¿Y por qué le habría sugerido Mary Anne que se casara con Lali? Bueno, ese era el trabajo de los abogados. Darle sentido a un mundo que uno no entendía.
Y, ciertamente, tendría sentido que Lali y él unieran sus vidas. Ella necesitaba un lugar donde establecerse y en Vancouver ya no le quedaba nada. Ese chico suyo necesitaba también la influencia de un hombre en ese momento de su vida.
Y su Ruben necesitaba la ternura de una mujer. Había visto la reacción de Ruben cuando ella lo había tomado entre sus brazos el día anterior, cómo el niño se había relajado, acurrucado en su pecho, cómo había confiado en ella de una manera en la que quizá nunca confiara en él.
A Peter le pareció que si un hombre quería casarse, debía elegir para ello a una mujer como Lali, no a una como Eugenia.
Pero por supuesto, él no iba a casarse. Además, no necesitaba hacerlo. No se le estaba dando tan mal educar a su hijo, a parte del problema del pañal.
De repente, horrorizado consigo mismo, se dio cuenta que quería casarse con ella. Y ese deseo tenía poco que ver con el bienestar de Tomy o de Ruben.
De todas las mujeres que había conocido, Lali era la única que había sido tan tímida, tan dulce, tan insegura. Y sin embargo, bajo la superficie fluía un torrente de fuerza y bondad, de dinamismo y alegría. Lo veía en sus ojos.
Sería una solución para ambos.
Peter pensó en la mirada de Lali al decirlo. Había evitado mirarlo a la cara, y eso no lo hacía una persona que estaba bromeando, sino una persona vulnerable, atemorizada. De pronto, Peter no estuvo tan seguro de que hubiera sido una broma.
Lo cual le devolvía al principio. ¿Qué tenía que hacer para pedírselo debidamente?
Gimió, le dio un golpe a la almohada y retiró la colcha. Se preguntó si podría volver a dormir.


—¿Bueno, entonces qué hicisteis ayer? —preguntó Tomy.
—¿Cómo? ¿Qué hora es? —Lali sacó la cabeza de debajo de la almohada.
Tomy estaba sentado en el borde de su cama, mirándola con furia. Lali cerró los ojos, pero no pensó en Tomy, sino en un cielo estrellado y en un beso que le había vuelto el mundo del revés.
El rescoldo de deseo que tenía en su interior lo había avivado ese beso.
Y ella le había pedido que lo repitiera. Su inminente marcha de aquel lugar la había convertido en una mujer nueva; en una persona valiente, atrevida.
—Son las nueve de la mañana del domingo. Tú nunca te levantas tan tarde —le dijo en tono de acusación.
—Anoche me costó dormir. Creo que debían de ser más de las cuatro cuando, por fin, me quedé dormida.
—¿Por qué? —preguntó en el mismo tono de antes.
Lali no pensaba contarle por qué a Tomy. En primer lugar, el beso la había conmocionado, y, después, el desconcertante rechazo de Peter le había dolido. A pesar del esfuerzo que había hecho, parecía que iba a volver a sufrir.
¿Pero cómo era posible? Se iba a marchar pronto. Lali se lo repitió a sí misma tres veces, para convencerse de que era lo que deseaba.
—Tomé chocolate caliente. Eso siempre quita un poco el sueño.
Jamás le había mentido a aquel niño. Bueno, quizá una vez. cuando le había dicho que le había preparado los espaguetis solo para él, cuando en realidad había estado esperando recibir visita. Visita en forma de vaquero con botas y pantalones téjanos.
Resultaba ridículo que una mujer de su edad albergara esperanzas de ese tipo. Sobre todo con Peter Lanzani. Aquel nombre tan fuerte, tan guapo, tan sensual, tan... .
Incluso la abogado había comentado lo sexy que era.
—¿Tía Lali, qué hicisteis?
—Fuimos a cenar a Medicine Hat.
—¿Qué cenasteis?
—Yo pedí una ensalada con gambas.
—¿Saliste a cenar y pediste ensalada?
—Me temo que sí.
—¿Y él qué tomó?
—Un filete de señor Apestoso. Es un toro que montó una vez.
—¿Es que no tenían hamburguesas en el menú?
—Tomy, fuimos a un sitio mejor que McDonald's.
—Ja. No hay sitio mejor que McDonald's. ¿Oye tía, crees que Peter querría enseñarme a montar toros?
—¡Espero que no! —se tapó la cabeza con la almohada para que la dejara sola.
—¿Lo besaste?
—¡Tomy! —asomó la cabeza—. No creo que eso sea asunto tuyo —le dijo en tono seco.
—Me apuesto a que eso quiere decir que lo hiciste. ¡Puaj! ¿Fuisteis al cine? He visto que en Medicine Hat ponen una película de Stallone.
—No llegamos.
—Bien. A lo mejor quiere llevarnos a Ruben y a mí.
—Tal vez quiera llevaros algún día. Sabes, Tomy, creo que hoy no voy a hacer nada; me quedaré en la cama y leeré un libro.
Cerró los ojos y pensó en los músculos y en todas las demás cosas que a las mujeres les gustaban de los hombres. También en su sonrisa, en su mirada ardiente, en sus labios que sabían a lluvia, en su voz profunda y sonora, en su risa. En su sinceridad, en su humildad, en su honestidad.
De pronto, le pareció que sabía más de lo que les gustaba a las mujeres de los hombres que hacía una semana, un mes, un año...
Y sabía algo más, pero no sabía cómo lo había sabido.
Sabía que Peter Lanzani iba a pasarse todo el día pensando si habría hablado en serio cuando le había dicho que aceptaría si se lo pidieran debidamente.
Estaba levantada ya y con la bata puesta cuando alguien llamó a la puerta trasera. Peter entró con aspecto juvenil y fresco, como si hubiera dormido muy bien.
—Pasa —le dijo a través de la puerta mosquitera.
—Hola.
—Hola.
—Tomy me llamó esta mañana.
—¿Tomy te llamó?
—Me preguntó si podía enseñarle a montar un toro.
—¿Y qué le contestaste?
—Le dije que estaba seguro de que me matarías si dijera que sí.
—Eso es.
—Luego, me preguntó si querría llevarlos a Ruben y a él a esa película. La que no quisiste ver anoche.
—Está muy lejos para llevar a los niños al cine.
—Uno se acostumbra a conducir.
—¿Por qué me estás mirando así?
—¿Cómo? —le preguntó en tono inocente.
—Como si fuera la primera vez que me vieras.
—Bueno, señorita, es la primera vez que te veo en bata.
—Qué suerte, ¿no? Y no me llames señorita.
—¿Lali, tienes un mal despertar?
—Pues lo cierto es que sí.
—Bueno, ya que estás así, voy a por los niños y me marcho.
—¿Peter?
Él se volvió y la miró.
—Gracias por la cena de anoche. Tendré la cena lista cuando volváis. Carne asada. Sin ajo.
Que pensara lo que eso quería decir.
Pasó una tarde estupenda, trabajando en el jardín y preparando la cena. Peter llegó más tarde con los niños, a quienes les había encantado la película.
—¿Te gustó?
Peter entornó los ojos.
Cenaron todos juntos, rieron y charlaron. Después, Tomy sacó una vieja pelota de gomaespuma de su habitación y salieron a jugar al jardín. Lali tuvo que formar equipo con Tomy y corrió tanto de un lado a otro que al final no pudo más y tuvo que tumbarse en la hierba.
Ruben fue con ella y se quedó dormido a su lado.
Peter y Tomy continuaron jugando hasta que el sol se ocultó. Tomy dijo que iba a ducharse y Peter se sentó con ella sobre la hierba.
—¿Entonces cómo se pide debidamente? —le preguntó sin mirarla, acariciándole a su hijo el cabello.
Lali entendió lo que quería decir instantáneamente, y abrió la boca para responder, pero no le salió ni una palabra.
—¿Con rosas, un anillo de compromiso y de rodillas? —añadió.
—No —protestó ella.
—¿No?
—No.
—Por una parte, no tiene sentido. Lo sabes, ¿no?
—Sí.
—Pero por otra, sí. Si pensamos en los chicos, tiene sentido.
—Muy práctico —concedió en tono seco.
—Y, por supuesto, te ahorrarías el tener que mudarte otra vez tan lejos.
—Estupendo.
—Estoy seguro de que mi casa te resultará como un empleo a tiempo completo.
—El sueño de toda muchacha. Un empleo a tiempo completo.
—Creo que no lo estoy haciendo muy bien.
Se hizo silencio.
—¿Lali? —dijo al rato.
—¿Sí, Peter?
—A veces estoy tan solo que me duele por dentro. No me considero ningún premio, pero soy mejor de lo que solía ser antes, y espero seguir mejorando. Sé que en Vancouver probablemente estarás habituada a tipos más sofisticados; tipos como Roger, que ganan un millón de dólares anuales y podrían comprarte abrigos de piel y diamantes. ¿Te gustan los abrigos de piel?
—No, especialmente. Tampoco necesito diamantes.
—Lo que estoy intentando decir es que si quieres intentarlo conmigo, te prometo que te cuidaré, respetaré y me ocuparé de ti. Trataré a Tomy como si fuera mi propio hijo, y haré lo posible para ayudarte a que se convierta en un hombre fuerte e independiente del que puedas estar orgullosa.
Silencio de nuevo.
—¿Lali? ¿Estás llorando?
—Sí...
—¿Que estás llorando, o que te casarás conmigo?
No debía aceptar. Ella ya había corrido una aventura. Se había lanzado en manos del destino cuando había contestado a aquel anuncio del periódico.
Pero entonces se le ocurrió que aquel anuncio la había llevado hasta allí. Y, gracias a eso, aquel hombre tan guapo, que no sabía el buen corazón que tenía, le había pedido que se casara con ella.
—Entonces, ¿qué dices, que estás llorando o que te casarás conmigo?
Una vez que una se envalentonaba, resultaba casi imposible echarse atrás.
—Las dos cosas.
En ese momento, Peter le besó las lágrimas que le rodaban por las mejillas.

7 comentarios:

  1. Lina (@Lina_AR12)26 de julio de 2012, 6:34

    Muero de amor...ya lo dije estoy totalmente enamorada de "este" Peter!Q lindo va ,pero me suena como q esta por terminar,es corta esta nove?Yo soy tan boba q me emgancho con las historias y lamento cdo terminan!Gracias por subir!

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    1. Sii! Es un poquito corta, son unos diez caps mas epilogo....Yo tamb me quedo algo mal cuando acaban!! Me alegro que te guste!! Gracias, besooo!!

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  2. Me FASCINA =D
    Esta genial!
    Me encanta que subas caps tan largos :)

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  3. aaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!
    Se lo pidio! Y le dijo que SI!!!!!
    Este Peter no puede ser mas tierno!!!
    Yo quiero uno para mi sister! Buscame uno igualito anda!!!!
    Me encanto el cap!
    Te amo!!!!!

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  4. Awwwwwwwwwwwww,me muerooooooo,que tiernos,quiero masmasmasmasmasmasmasmasmas,seguila,me EN-CAN-TA,jajajajajaj,besooooooos

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  5. So como dos adolescentes.

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