miércoles, 11 de julio de 2012

Capitulo Nueve!




Hola chicas! Me paso corriendo a dejarles capi porque no me encuentro muy bien.......Solo les pido que no se enojen mucho con Peter. Solo quedan 3 capitulos!!!
Gracias por leerme! Beso, Vero!!


                                     
                                       CAPITULO NUEVE





Apretada contra Peter, Lali se dijo que lo había acosado dejándose llevar por las malditas hormonas del embarazo… y porque había pasado demasiado tiempo con él.
Su esposo la había llevado al límite del deseo y ella no había podido contenerse más. Por eso, en ese momento, cada milímetro de su cuerpo estaba ardiendo y volando en un desenfrenado frenesí, mientras Peter tomaba su boca con una combinación de intensidad y gentileza.
Con adoración y pasión.
Peter la besó como si aquélla fuera la primera y única vez que hubiera besado a alguien. Al mismo tiempo, parecía que necesitara sostenerla como a una criatura frágil, sin querer lastimarla.
Pero Lali se estaba rompiendo en mil pedazos mientras él la besaba y le acariciaba el pelo, jadeando encima de su boca. Entonces, él se apartó, recuperándose de aquel beso desesperado.
—No pares —pidió ella, sin darse cuenta de lo que decía hasta que oyó sus propias palabras.
Pero se alegró de haberlo dicho. Se alegró de que, al fin, aquello estuviera pasando.
—Tenemos que parar ahora —susurró él—. O, si no, no seré capaz de detenerme. No sé si deberíamos estar haciendo esto…
Lali le agarró de las solapas del abrigo. Ella sabía muy bien lo que necesitaba.
Y sabía lo que él necesitaba, a pesar de que su sentido común no le dejara verlo claro.
—Nada de parar —repuso ella.
El aroma especiado de la piel de él la envolvió, haciendo que le diera vueltas la cabeza.
Sin duda, aquello tendría sus consecuencias. Pero a Lali no le importaba en absoluto. Para una mujer que había basado su vida en planificar al detalle sus expectativas, era emocionante dejarse llevar y sentirse libre para disfrutar lo que la vida tuviera que ofrecerle. Estaba decidida a vivir ese momento con él y le rodeó el cuello con los brazos, haciéndole bajar la cabeza para otro beso.
Peter gimió, un sonido que recorrió a Lali, llegándole muy dentro. Su beso se hizo más profundo, sus lenguas se acariciaron con lentitud, en un ritmo sensual que la iba excitando poco a poco, cada vez más. Se expandía dentro de ella, vibrando en su parte más íntima, haciendo que se hinchara de deseo.
Lali deslizó una mano debajo del abrigo de él, posándola en su pecho musculoso, donde se deleitó explorando cada contorno.
La piel de Peter estaba caliente. Sus músculos, firmes. Tenía el cuerpo de un hombre.
Un hombre al que Lali deseaba más de lo que había deseado a ningún otro.
Entonces, un molesto pensamiento la asaltó. ¿No había sido Alan el amor de su vida?
¿O sería su destino estar con Peter, su esposo de conveniencia? Nada de lo que estaba sucediendo había sido planeado y eso estimulaba a Lali como una brisa fría sobre la piel envuelta en llamas de deseo.
Cuando ella deslizó las manos hacia sus costillas, Peter tomó una rápida bocanada de aire. El sonido de su respiración incendió todavía más la chispa de la pasión y Lali no titubeó en tirarle del abrigo, quitándoselo con ansiedad.
—Es tu última oportunidad —señaló él.
—Bien.
Lali tiró el abrigo al suelo y empezó a desabotonarle la camisa. Se la abrió hasta llegar a su piel desnuda.
Lali se apartó un poco para poder contemplar su pecho, con la camisa a medio quitar.
Quería disfrutar de las vistas.
Peter estaba muy atractivo, bañado por la luz dorada que iluminaba el pasillo desde el salón.
Los músculos de sus hombros, su pecho y sus brazos eran fuertes y bien torneados.
Lali alargó la mano para tocarle la cintura y aquellos perfectos abdominales. Pero apartó el brazo, sintiéndose de pronto invadida por la timidez.
Peter le acarició las mejillas con los nudillos, como si quisiera animarla, como si sus sentimientos le importaran, incluso en ese momento.
Inundada por una oleada de afecto, Lali se despojó de su abrigo. Lo dejó en el suelo y continuó con el suéter, quitándoselo por encima de la cabeza.
Peter sonrió cuando unos cuantos mechones de pelo se le quedaron en la cara y se los apartó con dulzura.
Sin poder domar a la rebelde que había en ella, Lali le besó en interior de la muñeca y le agarró el brazo con ambas manos, acariciándoselo.
El pecho de Peter subía y bajaba a toda velocidad y ella adivinó que era porque estaba intentando mantener el control, dejar que ella llevara la iniciativa, todavía un poco reticente a ir más allá.
Lali le haría cambiar de actitud. Su esposo sentía algo por ella, lo admitiera o no, se dijo.
Ella deslizó la mano por su pecho y se detuvo en el cinturón. Los músculos de su vientre se tensaron.
—Lali…
—Quiero hacerlo.
—¿Y qué pasa con…?
Peter señaló a su bebé.
Una cálida sensación, más relacionada con el cariño que con la pasión, envolvió a Lali.
Incluso en esa situación, Peter se estaba preocupando por el bebé. Estaba pensando en ella, sin dejarse llevar por la excitación, sin considerarla una aventura de una sola noche.
—El médico sabía que celebraría la luna de miel —contestó ella, sin aliento—. Me dijo que no pasaría nada. Sólo debemos ir… despacio. Con cuidado.
Cuando le desabrochó el cinturón, Peter exhaló el aire, un poco tembloroso. Lali le desbotonó el pantalón a continuación, rozando con los nudillos su erección, que ya era notable.
Peter gimió y Lali subió la mano para desabrocharse el sujetador. Al liberar sus pechos, ella tomó las manos de él entre las suyas y las guió hasta allí. Su mero contacto la hizo gritar de placer.
Él empezó a apartar las manos, temiendo haberla molestado, pero ella se lo impidió. Le apretó contra sus pechos, urgiéndole a tocarle los pezones con los pulgares y gimió cuando él lo hizo.
Entonces, Lali sintió que se humedecía. Estaba lista. Le agarró de la nuca y él inclinó la cabeza para acariciarle un pezón con los labios.
Cuando empezó a lamerla, Lali se sintió loca de excitación.
Él siguió explorando sus pechos con la boca, con los dedos. Mientras, Lali se bajó la falda y se la quitó, junto con las braguitas.
Recorriéndole el cuerpo con los labios, Peter llegó a su vientre. Despacio, se puso de rodillas, posando las manos sobre su redondez.
—Eres todo lo que siempre he deseado.
Peter se lo estaba diciendo a ella, a la mujer que había sido abandonada con su bebé. Y al bebé.
A la familia en que se habían convertido.
Abrumada, Lali lo condujo a su habitación, donde los esperaba la cama, blanca y acogedora bajo la luz de la luna que entraba por la ventana.
Peter se quitó las botas y, cuando su esposa se tumbó en el colchón, la contempló con tanta adoración que a ella se le saltaron las lágrimas.
Ella se incorporó, haciendo que él se tumbara.
Se colocaron cara a cara, de lado, y ella tocó su erección con las manos, por encima del tejido de sus vaqueros.
Jadeante, Peter maldijo para sus adentros, mientras ella le bajaba los pantalones y lo liberaba de ellos. Cuando pudo sostener toda su erección en la mano, se quedó sin respiración.
Entonces, lo acarició, llevándolo a un punto de no retorno, mientras observaba el placer creciente dibujado en su rostro.
Parecía un hombre… feliz. Y era ella quien estaba haciéndolo feliz. Y podía hacerlo noche tras noche como ninguna otra mujer, porque no era capaz de imaginarlo más cerca del paraíso de lo que estaba en ese momento.
Lali lo amó con sus manos, lo exploró, lo hizo suyo, hasta que él la agarró de las caderas.
—Sí —dijo ella, levantando la pierna para abrirse a él y colocándose para que su vientre no se interpusiera.
Peter deslizó la punta de su erección en su húmedo interior, despacio, presionando poco a poco hasta volverla loca.
Lali se sintió lista para llegar al clímax con sólo un empujón más…
Con un estallido, ella gritó en los brazos del orgasmo, apretándose alrededor de él.
Continuaron moviéndose con una suave cadencia que era como un río sinuoso, primero lento y, cada vez, más rápido. Lali sintió que sus células estaban a punto de estallar de nuevo…
Peter se quedó rígido, llegando al punto álgido, mientras ella lo apretaba contra su cuerpo, contemplando su rostro, disfrutando del modo en que él disfrutaba…
Amándolo.
Su respiración fue calmándose poco a poco. Lali esperó para ver qué diría él.
Peter la abrazó con más fuerza y las palabras se hicieron innecesarias.
Mientras se dormía acurrucada contra el pecho de su marido, más satisfecha que nunca, Lali soñó con vendedores ambulantes de helado, con un verde jardín y el aire del atardecer impregnado de dulces canciones.
Sin embargo, en esa ocasión, Peter también aparecía en su sueño, justo a su lado. Era el hombre que siempre había buscado.


Después de refrescarse un poco, Peter regresó a la cama, donde Lali seguía durmiendo, y la abrazó de nuevo. Antes, colocó el edredón a su alrededor, envolviéndolos en un capullo protector.
Sin embargo, no pudo evitar preguntarse qué pasaría después.
Y, contemplando a Lali, dulcemente dormida a su lado, se preguntó qué habían hecho. Ella tenía las pestañas tan largas y los labios tan suaves que deseó besarlos de nuevo.
Y sin parar.
Pero se contuvo.
¿Cómo podía haber sabido que aquella experiencia iba a conmoverlo de una manera sin precedentes? Se sentía hecho pedazos y no estaba seguro de poder volver a recomponerse jamás.
Lali suspiró dormida, apretándose contra él con una sonrisa en los labios, y posando la mano con suavidad junto a su oído. Un sencillo movimiento como ése bastó para que el cuerpo de Peter se excitara de nuevo.
Pero, además de su erección, otra cosa se le estaba despertando muy dentro del corazón. Algo que su instinto trataba de acallar.
No podía enamorarse de ella. Eso no había sido parte del trato. Se sentía capaz de mantener el resto de su acuerdo con Lali, pero eso…
No lo había esperado.
Y, sin embargo, no había sido capaz de resistirse cuando ella le había dejado claro lo que quería. Ni había sido capaz de no rendirse a ponerle una sonrisa en la cara, que ella seguía mostrando, incluso dormida.
A ella le había hecho feliz hacerlo feliz a él…
Cuando Lali volvió a moverse, Peter la tomó entre sus brazos, dejándose llevar por un impulso.
Al momento, él empezó a apartarse, queriendo tener un poco de espacio para pensar.
Pero Lali abrió los ojos y él se sintió perdido, tan perdido como cuando se había entregado a sus besos.
—Hola —dijo ella con voz ronca.
—Lali…
Ella lo abrazó, interrumpiéndole, con el bulto de su vientre entre los dos. Sin pensarlo, Peter le puso la mano en el abdomen y, cuando el bebé le dio una patadita, supo que no tenía salvación.
Lali se rió.
—Saltamontes está contento. He leído que, después del sexo, los bebés se activan un poco.
Sexo. La palabra no bastaba para describir lo que había pasado allí, aunque era la única forma que había de hacerlo, pensó Peter. Las sensaciones de su cuerpo se habían entrelazado con algo más, una cercanía, una intimidad que él nunca había experimentado antes.
Sólo de reconocerlo, Peter se estremeció. Su pulso se aceleró. Su instinto le dijo que debía luchar o huir.
Era cuestión de mera supervivencia.
Pero siguió allí, con la mano en el vientre de ella, esperando sentir otra patada, otra señal de la vida que pronto se reuniría con ellos.
¿Y qué pensaría el bebé cuando su trato se hubiera roto? Cuando fuera lo bastante mayor, ¿lo despreciaría por haberlos dejado?
O…
Cielos… ¿Pensaría Lali que lo de esa noche había significado que no habría anulación?
Maldición. Debía haber controlado los impulsos de su cuerpo. Cuando él le había propuesto casarse, sólo había estado pensando en su campaña, en el bien de muchos.
Sin embargo, por alguna razón, en ese momento, Lali y el bebé le parecían mucho más importantes que cualquier cruzada, y eso no era lo que había sentido cuando habían acordado su matrimonio.
Debía pensar en algo, se urgió él.
Tenía que haber una manera de seguir con su trato sin herir los sentimientos de Lali, pensó, mientras apoyaba la mejilla sobre la cabeza de ella.
—Tienes que dormir —dijo él y la miró.
Una expresión de confusión se dibujó en el rostro de Lali y Peter no pudo evitarlo. Se sentó y tomó los pies de ella entre las manos. Había leído en Internet que las mujeres embarazadas apreciaban mucho los masajes en los pies.
Peter le acarició las plantas con los dedos y Lali suspiró de felicidad, doblando los brazos detrás de la cabeza.
Por desgracia, ese movimiento hizo que sus pechos se levantaran, rebosantes y apetecibles. Sus pezones rosados parecían cerezas.
Peter recordó cómo habían sabido en su boca, bajo su lengua… suaves, como pequeños capullos de rosa.
—No tengo sueño —dijo ella y, aun así, bostezó.
Cuando Peter se concentró en un pie, aplicándole presión con ambos pulgares, ella arqueó un poco las caderas.
Debía tener cuidado, se dijo él. No quería que empezaran de nuevo.
Pero, cuando Lali cerró los ojos, con la respiración entrecortada, a Peter se le llenó el pecho de calidez. Se deleitó contemplándola, aprovechando que ella no podía verlo, y pensó en lo que podría haber pasado si él hubiera sido un hombre distinto.
Si él pudiera cambiar y ser ese hombre, sólo lo haría por Lali. Y por el bebé.
Pero no podía cambiar, no por un matrimonio que, antes o después, fracasaría, igual que había pasado con el de sus padres.
Peter la acompañó hasta que se quedó dormida de nuevo, observándola. Luego, salió de la habitación, cerrando la puerta con suavidad a su espalda.
* * *
La luz de la mañana bañó la habitación de Lali por la ventana, acompañada por el canto de un pájaro.
Ella se estiró, sintiéndose… diferente.
Despierta. Y un poco dolorida, como si…
Peter.
Alargó la mano a su lado y se giró.
Peter no estaba allí.
Lali se sentó, cubriéndose el torso desnudo con las sábanas. Recordó cómo Peter le había besado los pechos, llevándola al borde del clímax…
Cuando iba a levantarse, vio un pedazo de papel sobre la almohada. Una nota.

Me voy ya a la oficina. No quería despertarte. ¿Nos vemos para cenar?

No había firma. Ni un beso de despedida. Ninguna referencia a lo que había pasado la noche anterior.
Pero Peter era un hombre, reflexionó Lali. Y los hombres no se paraban en esos detalles.
De todos modos, ¿acaso no la había besado con la misma pasión que ella había sentido? ¿No habían…?
Lali se llevó la mano a la frente, temiendo por un segundo que hubiera sido un sueño. Pero él había estado en su dormitorio. La nota lo probaba.
Llena de dudas, salió de la cama y se puso la bata.
¿Se arrepentiría Peter se haber dormido con ella?
Al abrir la puerta, el olor a café y a tostadas impregnaba el aire. En el suelo, había otro pedazo de papel, con una flecha dibujada.
Lali se sujetó el vientre con la mano y siguió la indicación, más adelante encontró otra, y otra, hasta llegar a la cocina y al frigorífico.
Dentro, encontró el desayuno preparado sobre una bandeja: un vaso de zumo de naranja cubierto por un pedazo de plástico protector, un plato con una gran tortilla con queso. También había una nota.

Caliéntalo en el microondas. Son órdenes del médico.

En esa ocasión, había una cara sonriente al final de las palabras escritas. Y una firma: Peter.
No decía nada de besos, pero era una mejora.
Sin embargo, Lali no pudo evitar sentirse decepcionada. ¿Había esperado que él la despertara con un beso?
Con una sensación de pesadez, calentó el desayuno. Luego, empezó a pensar que, tal vez, a algunos hombres tímidos se les daba mejor demostrar lo que sentían con gestos, como el de haberle preparado el desayuno, en vez de con palabras y besos mañaneros.
Entonces, otro temor se apoderó de ella.
¿Se querría Peter alejar de ella porque había sido horrible en la cama?
¿Le habría decepcionado?
Después de todo, Peter era mayor y más experimentado. Igual se había acostado con ella sólo por compasión.
¿Lamentaría él haberse casado?
Su paranoia iba en crescendo, Lali se fue al baño para prepararse. Se suponía que tenía que ir al resort a adornar la sala de fiestas para un acto benéfico de Halloween.
Pero un mar de dudas la inundaba. Alan la había dejado porque ella había hecho algo mal. ¿Estaría predestinada a fracasar siempre con los hombres? ¿Sería una perdedora empedernida?
Tal vez, sería buena idea llamar a Candela, se dijo. Pero, de inmediato, rechazó esa posibilidad. Su amiga le había advertido de que aquello podía pasar. Además, estaría ocupada con los preparativos de su boda. No podía molestarla con sus preocupaciones.
Entonces, cuando Lali estaba enjuagándose la boca después de haberse lavado los dientes, sonó el teléfono. Corrió a su dormitorio y buscó en los bolsillos del abrigo, que Peter debía de haber recogido del pasillo y dejado allí.
—¿Hola?
—¿Lali?
No era Candela, como ella había esperado.
—Soy Julia.
El aguijón del miedo atenazó a Lali. ¿Por qué la había llamado Julia?
—¿Peter está…?
La directora de campaña debió de percibir la preocupación en su tono de voz, porque se apresuró a explicarse.
—No pasa nada malo. Sólo quería llamarte para ver cómo estabas, después de… lo del mitin.
Lali tardó un segundo en calmar su pulso acelerado y recordó que habían pasado más cosas la noche anterior, además de que Peter y ella hubieran dormido juntos.
Como el agitador que había aparecido en medio del discurso de Peter y como el momento en que Julia la había consolado poniéndole una mano en el hombro, como si hubiera querido decirle que comprendía sus sentimientos.
—Estoy bien —afirmó Lali, fingiendo que no le sucedía nada.
—Bueno —titubeó Julia.
Qué extraño, caviló Lali. No había esperado que una mujer como Julia titubeara ante nada.
—Estoy preocupada, Lali. Y he pensado que igual necesitabas hablar con alguien.
No tenía sentido mentir a Julia. Era más astuta que un zorro.
—Peter y yo estamos trabajando en ello —comentó Lali con cautela—. Ha habido algunos… baches en nuestro trato.
—Eso pensé. Sé que anoche dijiste que él debía seguir adelante y no disolver este matrimonio. Pero no sé si lo decías en serio. Porque las cosas no van a hacer más que empeorar durante las dos próximas semanas, Lali. ¿Estás preparada para ello?
¿Empeorar en qué sentido?, se preguntó Lali. ¿En el político?
¿O entre Peter y ella?
Lali quiso poder contarle a Julia cómo la había mirado Peter bajo la luz de la luna, quiso poder decirle que estaba segura de que sentía algo por ella.
El bebé se agitó dentro de ella, como si estuviera de acuerdo. Lali lo interpretó como una señal. Era mejor eso que apostar por sus miedos.
—Estoy lista —dijo Lali al fin.
—De acuerdo —repuso Julia con tono de alivio—. Llámame si necesitas algo, ¿está bien? La campaña es importante, pero…
La directora de campaña no terminó la frase. Era obvio que estaba preocupada por Peter y, tal vez, también por ella.
—Gracias, Julia.
Luego, Lali colgó el teléfono y se quedó mirando al vacío durante una eternidad.
Tomando aliento, se dirigió al baño. Pero un retortijón la recorrió y se puso de rodillas, apoyándose en la bañera para vomitar.
¿Qué le estaba pasando? Nunca antes había sentido náuseas durante el embarazo…
Cuando el mareo pasó, Lali recuperó el sentido común. Tomó el teléfono móvil y se tumbó en la alfombra de su dormitorio, apoyada en el lado izquierdo, pues recordaba que había que colocarse así en caso de parto prematuro… Aunque eso no podía estar pasándole, se dijo para tranquilizarse.
En esa postura, Lali esperó un rato antes de decidir si debía llamar al médico o no. Como después de una media hora se encontraba bien, se levantó y se metió en la cama.
Se acarició el vientre, concentrándose en la única persona que nunca la haría dudar. El bebé nunca la abandonaría.
—Pase lo que pase, vamos a conseguirlo —le dijo Lali a su bebé—. No necesitamos a nadie más que a nosotros mismos.





5 comentarios:

  1. Peter es idiota! Perdon pero como es capaz de irse asi? Pobre Lali...
    Quiero mas! no nos puedes dejar asi! No te lo permito!
    Te amo chiquita!
    Cuidate!!!

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  2. Despues de lo que paso el no dijo N A D A!!!! Es un insensible!! Pobre Lali :'(
    Quiero mas!!!
    Besitos


    Ines

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  3. me encanto el capppppp!!!!!
    QUIERO MAS NOVEEEEEEEE!!!!!
    BESOS Q ESTES BIEN...!!!!! :) ♥♥♥

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  4. Vamos q peter se anime a admitir lo obvio !! Espero q lali este bien más!!

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  5. Peter está librando una batalla interna, en la k está perdiendo d a poquito.

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